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sábado, junio 28, 2025
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Agua que no has de beber…

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La vida es ese mundo imaginario que se ha convertido en un espacio caliente, que enciende hasta al más mínimo de nuestros sentidos. Gritamos, queremos correr, ardemos, vibramos de dolor. Decir ¡basta! es un llamado de auxilio. Rezar nuestras mejores plegarias por piedad a la vida, ayuda a mitigar el infierno que hoy se vive.

Resulta irónico escuchar exclamaciones por agua y por aire, pidiendo que el incandescente sol se mitigue y que la lluvia abrace nuestra tierra. Buscar un árbol para que nos brinde sombra, se ha convertido en una búsqueda casi implacable, que en casi todos los casos, no resulta tener buenos resultados.

Ahora nos acordamos que tenemos cocos para calmar la sed, que los ríos son un gran beneficio para refrescar la calentura corporal, que los árboles son la bendición más grande y que su sombra nos causa la mayor de las satisfacciones. Por si fuera poco, razonamos que los ojos de agua son tan importantes, que nos causa felicidad caminar y encontrarnos con uno de ellos, tan refrescantes, tan puros. Contarlo, parece un sueño.

A diario surgen miles de conversaciones en el mundo sobre el problema que plantea la escasez de agua en el mundo. La mayoría dicen que sí, que es un problema, que debemos pensar en el cambio climático. Hacemos marchas para sensibilizar a las personas, solamente porque la calentura nos desquicia, pero sin embargo, nuestro accionar nos vuelve cada vez más salvajes.

San Martín, es una urbe donde puede dejar de llover varias semanas o meses, pero de repente cae una lluvia con “todita su abuelita” y se soluciona, sin embargo nuestra realidad, ya no es la misma.

Hace días andamos con los termómetros disparados, intentando dormir bajo el soplo del ventilador.

Vivimos una especie de posesión demoníaca, en que cualquiera de estas madrugadas a más de 35°, las personas van a salir a las calle con hachas y cuchillos dispuestos a matarse, mientras pienso en este relato alucinante, saboreo un helado con un calor como para volver loco a cualquiera.

En efecto, el calor es una sensación subjetiva, por eso mismo nadie se atreve a comentarme mientras manejo mi motocicleta “qué buen tiempo hace”. Estos días la estúpida afirmación de que “en verano siempre hace calor” podría tomarse como una invitación al asesinato, ya que ni en San Martín existe un verano marcado, ni estamos preparados para sensaciones subjetivas.

Un pico de 37º no sólo es un hecho objetivo y un record, sino una señal de alarma, de que realmente ¡todos estamos jodidos!. La culpa no es del cambio climático, la culpa es de las inconscientes actitudes de los seres humanos, quienes con el pensamiento de que “todo es eterno”, juegan como niños con el medio ambiente y con la vida que hay en ella

A muchas personas les da igual que les expliquen la diferencia abismal entre climatología y meteorología o que les enseñen la subida brutal de las temperaturas con gráficos, esquemas, datos y fotos. Ellos son gente de fe, no de ciencia, gente religiosa y dogmática, y bastante suerte tienen los científicos de hoy en día, con que sólo se rían de ellos en lugar de quemarlos vivos o ahorcarlos, que es lo que hubieran hecho hace sólo un par de siglos.

El cambio climático ha dividido a la humanidad, los que creen que el impacto medio ambiental provocará en unas pocas décadas una serie de fenómenos atmosféricos que arrasarán con la vida en el planeta Tierra, y los que viven muy tranquilos con el aire acondicionado a tope, pensando que el petróleo, los combustibles fósiles y el agua potable cuentan con reservas ilimitadas.

Aunque acabemos por poner la atmósfera a cien grados centígrados siempre habrá plantas y animales que lucharán con fuego y se reproducirán. Lo que muy probablemente concluirá sin vuelta de hoja, es la vida inteligente sobre la superficie terrestre, la cual resultó tan poco inteligente como para que las únicas emisiones de CO2 prohibidas a la atmósfera fuesen las de tabaco o de tanto elemento contaminante.

Según un informe de 2014 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) espera que para el periodo entre 2030 y 2050 el cambio climático provoque aproximadamente 250.000 muertes a causa no solo del estrés térmico, sino también de la desnutrición, la malaria y la diarrea. La OMS alarma de que cada una de las tres últimas décadas ha sido sucesivamente más cálida que cualquier década anterior desde 1850.
Matamos todo a nuestro paso, la fauna, la flora y la vida misma…

Vivimos en un infierno sin codena, sin tregua, sin paz. Nos quemamos vivos, con la esperanza de un soplo de aire y una gota de agua.

Millones de personas pueden vivir sin amor, pero ninguna sin agua.

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