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martes, mayo 13, 2025
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El fusil y las bombas era el lenguaje que les caracterizaba

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“Mi palabra es el único valor que he logrado mantener”. Esta es la reflexión de Gálvez Olaechea, expresidiario, y exemerretista. Grupo subversivo que incursionó en gran parte del país, sobre todo en el bajo Huallaga, desde donde se dirigían a gran parte de la región San Martín.

El Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), pretendía llegar al poder, pero a través de la fuerza, rompiendo todos los esquemas formales y normativos, sistemas estos que se respetan en un sistema democrático. Cuyo respeto es solamente a la forma, pues ya sabemos que en el fondo de los sistemas democráticos, los jefes o caudillos de las agrupaciones políticas, son los verdaderos cómplices de riquezas ilícitas y de mafias individuales y organizativas de fortalecerse cada vez más como persona, ni siquiera como organización.

Gálvez Olaechea manifiesta que el MRTA tenía una diferencia abismal con SENDERO LUMINOSO, donde la línea política de esta para llegar al poder, era matar, matar y matar. Lo mismo hacía el MRTA, le pregunta la prensa-, con la diferencia -sostiene Gálvez Olaechea, que ellos tenían como directriz y blanco número uno la muerte, mientras que el MRTA, manifiesta, las muertes eran como una situación aislada, que en toda revolución, siempre tiene que haber bajas.

La filosofía de este exemerretista, de considerar a su exmovimiento como blando, suave y menos pecaminoso, algo así como decía un militante aprista que ellos mataron menos que los fujimoristas, no le exime de las grandes secuelas de asalto y violencia que generaron en algunos pueblos como Lamas por ejemplo que se destruyó como primera medida a la comisaría, quedando los policías inermes, el único policía que se dio el tiempo de esconder bajo la arena su arma fue, Róger Grández.

Luego pasaron a destruir el Registro Electoral, el Banco de la Nación y la notaría del abogado Ricardo Flores, que para entonces era el notario de la ciudad de Lamas. Posteriormente a pocos meses intentaron repetir el supuesto “éxito” de asalto de la primera; hecho que fue neutralizado rápidamente por un contingente de soldados, fuertemente armados.

En los pueblos y distritos que visitaban se sentían los reyes, pues ordenaban matar cerdos y vacas para que pasen una mejor comilona y tengan para varios días comida en reserva.

Con estas inopinadas visitas de asalto a los pueblos, qué tipo de doctrina iban transmitiendo, más que la doctrina de Marx y Lenin, que si bien los dogmas radicales de estos personajes eran para contextos históricos del momento y sobre todo aplicables en sus entornos, que por supuesto llegaron también a extremos de violencia con sus conciudadanos como la Revolución de Octubre en la ex Unión Soviética; la pelea a muerte entre Bolcheviques y Mencheviques.

Los Bolcheviques apoyaban los objetivos inmediatos tan sólo en la medida en que conducían hacia la meta final: la revolución comunista. Sin embargo los Mencheviques, creyendo que Rusia no estaba preparada aún para la revolución (de acuerdo con los postulados marxistas), insistieron en políticas reformistas, sobre todo en la implantación de un gobierno constitucional.

Los Mencheviques querían que los socialdemócratas fueran un partido socialista electoral de masas, que se basara en el modelo occidental. Al igual que la socialdemocracia en Alemania, querían cooperar temporalmente con la democracia parlamentaria, a la vez que trabajaban para lograr el establecimiento del estado socialista.

Los Bolcheviques eran una pequeña fracción de los demócratas sociales rusos, bajo el liderazgo de Vladimir Ulianov, conocido como Lenin, quería lograr el socialismo sin antes pasar por previas revoluciones.

Estas posiciones divergentes y toda esta corriente violentista fueron importadas como fiel copia por algunos supuestos “iluminados” de la revolución aquí en el Perú que aplicaron con el mismo dogma de muerte a miles de peruanos inocentes que murieron sin recibir la mínima conciencia histórica de revolución. Solamente ellos eran los supuestos privilegiados de los cambios políticos que debe aplicarse, con el costo de sacrificio no de ellos, sino de miles y miles de víctimas que fueron privados de sus cosas, y sobre todo privados de la propia vida de una manera salvaje e indigna.

La violencia a muerte que generaron tanto SENDERO LUMINOSO, como el MRTA, es un sello para la eternidad, y que tampoco se paga con encierros de prisión, ni mucho menos cuando algunos expresidiarios y exsubversivos pretenden ser parte de una sociedad política lo que ellos en su momentos de lujuria violentista intentaron destruir, y no supieron pelear dialécticamente enfrentando posiciones divergentes, más que con el fusil y las bombas.

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