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miércoles, mayo 14, 2025
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Una renuncia con honor

Siempre he citado la frase de un político aprista para apoyar mis tesis sobre algunos temas de valores, y lo hago porque me convence la frase. Es cierto que nunca he averiguado si la frase es original o lo copió de alguna parte y no acreditó la fuente. Porque vivimos en la época del “copia y pega” y si la gente no está prevenida, lo que dicen pasa por creación de los grajos que están acostumbrados a estas cosas. Como que hay un “profesional” exitoso por estos lares que es un “maestro” en estos negocios. Me crucé con él la semana que pasó.

Esto como introito al artículo que voy a desarrollar ahora, porque el caso no lo conocía, y al leerlo me ha emocionado grandemente y quiero trasmitirlo a mis lectores porque –estoy seguro, también– no lo conocen. Porque, si yo no lo conocía, menos ustedes iban a estar enterados de ello, y lo digo sin ningún ánimo provocador ni suficiencia. Y no lo conocíamos, porque la televisión peruana –porque muy poca gente lee diarios y a veces en estos tampoco vamos a encontrar noticias o comentarios como el que motiva mi opinión– nunca lo publicaron. Salvo que esté equivocado. (Poniendo el parche, antes).

En efecto, en su columna OPINIÓN, del diario español EL PAIS, Jorge Castañeda, publicó el artículo “Una decisión noble”, donde resalta la actitud del embajador de Estados Unidos, John Feeley, quien renunció a ser el representante de Donald Trump en Panamá. Y lo hizo porque le resultó indigno que el cucufato presidente norteamericano se expresara en términos groseros y procaces sobre los inmigrantes de Haití que procedían de “esos lugares de mierda”. En su justificación, Feeley declararía que su honor lo obligaba a renunciar. Y lo hizo en medio de ese dilema, como lo explica el autor de la nota: “Su decisión refleja el dilema que viven todos los integrantes de un servicio civil de carrera, como lo es el servicio exterior en la mayoría de los países. Por un lado, trabajan para el Estado, y su lealtad se debe precisamente a ese Estado, no al presidente de turno”. Un caso que nos recuerda, en el lado opuesto, el de la historiadora Carmen Mc Evoy quien, después del indulto dado por Kuczynski, aceptó su nombramiento como embajadora del Perú en Irlanda.

Son pocas las personas que son dados a los bellos gestos. La política peruana, por ejemplo, nos recuerdan actitudes recientes de los congresistas Zevallos, Costa y Belaunde, quienes han renunciado al partido de Peruanos por el Cambio, por lo que consideraron un acto desleal de Kuczynski, un político que pareciera perdido en las antípodas de la política. Nos recuerda también la posición de Raúl Porras Barrenechea, cuando canciller de Manuel Prado, cuya actitud de honor le mereciera el ostracismo y el olvido pero que la historia lo ha reivindicado.

Volviendo a John Feeley, cito nuevamente a Castañeda: “Hay momentos en la vida de un funcionario, aún de carrera, cuando su permanencia en un gobierno resulta intolerable, porque lo vuelve cómplice de comportamientos reprobables. Cada quien tiene su propio límite, y los de un funcionario no son extrapolables a otro”. Como vemos, todavía podemos encontrar gente con honor y eso hace que el mundo tenga futuro.

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