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jueves, enero 23, 2025
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A Sangre Fría

Por: Edwin Rojas Meléndez 

II Entrega

Respecto a la novela A sangre fría de Truman Capote. Transcribiendo textos, podemos corroborar por qué pertenece a una nueva corriente en el periodismo, género, que en idioma inglés se denominó nonfiction novel o novela testimonio, porque investiga exhaustivamente hechos reales y narra la historia con estilo literario. La novela trata el brutal asesinato ocurrido el 15 de noviembre de 1959, a cuatro miembros de una próspera familia de agricultores en Kansas, compuesta por Herbert Clutter, su esposa Bonnie y sus hijos Kenyon de 15 y Nancy de 16. Los asesinos, Richard Eugene (Dick) Hickock y Perry Edward Smith, mal informados por un antiguo compañero de celda, Floyd Wells, planificaron el robo creyendo que hallarían en la casa de los Clutter, una caja fuerte con no menos de diez mil dólares. No la hallaron, pero igual, asesinaron a toda la familia y huyeron llevando una pequeña radio portátil, un par de binoculares y menos de 50 dólares en efectivo.

La literatura en la novela

Capote describe los disparos asesinos y al pueblo de Holcomb, donde vivieron los Clutter.  Utilizando las siguientes frases:

  • “Con sus nítidos cielos azules y su aire puro como el del desierto”.
  •  “La dorada inmensidad de los trigales parecía erizarse y arder”.
  • “El río también estaba en aquella dirección. En sus márgenes se alzaba una arboleda de frutales: melocotoneros, perales, cerezos y manzanos”.
  • “Con la activa histeria de los coyotes, al chasquido seco de las plantas arrastradas por el viento, los quejidos lejanos de las locomotoras. En ese momento, ni un alma los oyó en el pueblo dormido…, cuatro disparos que, en total, terminaron con seis vidas humanas”.

Retrata magistralmente a las personas. Cuando dice:

  • “Ojos inmensos que relucían en un rostro de palidez fosforescente”.
  • “Hablaba lentamente, cada una de sus palabras parece pronunciada de mala gana y con un dejo de pradera”.
  • “Cuadrada, rechoncha, en sus cuarenta, una inglesa con una jerga tan de alta sociedad que su inglés resultaba poco menos que incomprensible, de modo que en aquel ambiente ella era como un pavo real en un corral de patos”.
  • “Una vez de pie, su estatura era la de un niño de doce años y de pronto, erguido sobre aquellas piernas atrofiadas, que contrastaban grotescamente con el torso de adulto que sostenían, pasó de un posible formido conductor de camión, a ser un jockey retirado, gordo y con agujetas”.

Técnica de interrogatorio policial en la novela

Capturados los asesinos fueron interrogados por los agentes Ocie Pigfor y Francis Macauley (páginas de 204 a 233 de la novela), talvez la parte más interesante del libro, por la técnica empleada para hacerlos confesar, y por la descripción irónica del físico de los asesinos. Así dice:

  •  “Pero aquel ser, mitad hombre, mitad niño, rechoncho y deforme, no era guapo; la punta rosácea de su lengua chasqueaba como la de un lagarto”.
  • “Era inocente como un crío. No había estado nunca, ni una sola vez, con una mujer, hombre o mula. Lo dijo él mismo”.
  • “Después de largo interrogatorio, dijo Dick: Perry Smith mató a los Clutter. Yo no pude impedirlo. Los mató a todos”.

La ejecución de los condenados

A casi dos mil días que Smith y Hickok estaban en la Hilera de la Muerte, en marzo de 1965, el Tribunal Supremo de Kansas decretó definitivamente que serán ejecutados entre la media noche y las dos de la madrugada del miércoles 14 de abril de 1965. Transcribo resumidos textos del acto:

El verdugo, “llevaba un viejo traje cruzado a rayas, demasiado holgado para su escuálida figura: la chaqueta le llegaba casi hasta las rodillas; y llevaba en la cabeza un sombrero de cow-boy que quizá fue verde brillante, pero ahora, se había convertido en una cosa extraña, desteñida por el sudor y el tiempo”. Personaje endurecido, que recibiría por el evento seiscientos dólares.

“Smith, llegó mascando una goma de menta. Cuando el alcaide le preguntó si quería decir algo. Sus ojos sensibles, se alzaron hacia el verdugo. “Pienso, dijo, que es una cosa infernal quitar la vida de este modo. No creo en la pena de muerte ni legal ni moralmente. No sirve de nada pedir perdón por lo que hice. Hasta está fuera de lugar. Pero lo hago. Pido perdón”. Antes que le ajustaran la venda, escupió el chicle en la mano tendida del capellán, y un golpe seco, anunció que la cuerda le ha partido el cuello.”

La madrugada de aquel miércoles, la primera página del diario Star de Kansas publicó: “Richard Eugene Hickok y Perry Edward Smith, socios en el crimen, murieron en la horca de la prisión del estado, por uno de los sangrientos asesinatos con que cuentan los anales criminales de Kanzas. Hickok, de 33 años, murió a las 12.41. Smith, de 36, murió a la 1.19.”

Bibliografía: Capote, Truman. A sangre fría. Bibliotex, S.A. 2000- Traducción de Fernando Rodríguez.

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