En mi columna del día de ayer(SIN UTOPÍAS), hice algunas reflexiones sobre la Octava Feria del libro y tercera del libro del Congreso, denominada “Julio Alberto Quevedo Chávez”, en una de las líneas menciono a la familia Alvan-Perea, que en cierta forma se sintió aludido este gran amigo Alexander Alvan, a quien no solo le guardo un gran respeto y consideración por ser un personaje que ama no solo la cultura, sino de una manera especial se identifica con la problemática de nuestra sociedad, para buscar su solución respectiva.

Vaya mi rectificación en la parte del párrafo que se sintió ofendido, cuando menciono lo siguiente: “Estoy más que seguro que si estos autores existieran físicamente, les lavarían la cabeza a estos señores como la familia Alban-Perea, que vienen poniendo en exhibición para la venta respectiva libros clásicos de la Amazonía y dos de corte político a precios extremadamente carísimos, es decir, tratando de aprovecharse económicamente de la producción de destacados escritores que ya no están físicamente (que en paz descansen), que si existieran aquellos, como reitero, serían los primeros en alzar sus voces al cielo, pues es hora ya que se frene que terceras personas se enriquezcan con la producción intelectual, mientras que éste sufre las grandes limitaciones para publicar sus respectivos textos literarios o de investigación”…

Vaya una vez más mi rectificación, pero cualquier visitante a la feria puede interpretar de la forma como yo lo hice, es decir, que esos libros originales de diez autores al estar con un precio determinado cada uno, fácilmente por lógica se deduce que es el precio de dichos textos para su venta respectiva.

Pero conversando con este gran amigo Alexander Alvan, me indicó que esos libros están solamente en exhibición, mas no en venta.

En consecuencia mi intención no fue ofender a nadie, sino únicamente levantar mi voz por el costo de cada libro, jamás hacer quedar mal a nadie, mucho más al tratarse de un amigo, que admiro y respeto.