Adán con Adán, sin serpiente, sin eva, sin manzana

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El adán de este cuento de hadas encontró lo que tanto buscaba, el amor de su vida. Su adán, su romeo, en medio de una sociedad que sólo entiende que cada oveja tiene que tener su pareja, distinta a ella, nunca igual, porque si no ahí todo se convierte en Sodoma y Gomorra, en una total aberración.

Lo cierto es que no hay ovejas con parejas iguales, muchas son distintas y no necesariamente porque sean las ovejas negras del grupo. Pintorescamente ella es una persona normal, como muchos. Desde siempre ha soñado con el día de enamorarse y encontrar así a su hombre ideal, nunca ha guardado el secreto de ser homosexual, siempre lo ha llevado con los huevos bien puestos y con el pecho erguido, mostrando que eso no es ningún delito. Los tabúes de la sociedad, son un muro que no permite siquiera existir, para ella, eso no ha sido impedimento para realizar su anhelado sueño.

Es una noche lluviosa, de aquellas que causan melancolía, Thais y Raul están conscientes que la sociedad les ofrece más limitaciones que oportunidades, que si esperan que otros luchen por sus derechos y por su felicidad, pasarán muchos años más, que la sociedad va a paso de tortuga y que no necesitan ninguna ley para ser felices, es por ello, que decidieron ponerse los pantalones, tuvieron el coraje y realizaron su unión simbólica.

Ella tiene un vestido blanco, él, aún tímido camina del brazo de su amada. Los vestidos coloridos, tacones altos, pelucas rubias y rojizas, maquillajes estrambóticos, hacen de esto un lugar en donde no puedes dejar de sonreír. Todo es contagioso, no hay gente maliciosa, la felicidad irradia, el que otros compartan con ellos este grandioso momento, es el mejor regalo. No es una reunión más de ambiente, todos han logrado conmoverse, ahora entienden que nadie puede opacar la felicidad de otros.

Esa sensación de intimidad, complicidad y de emoción no afloran normalmente en mí, pero esa noche nadaban en una piscina revoloteando de emoción, este encuentro tenía otro significado, curar heridas, unir a seres queridos y afirmar su compromiso de amor que genera odio en otras personas. Pero…¿qué importa si al resto no le viene en gracia?

Lo sé, después de esto me dirán que escribo una aberración, que promuevo que la sociedad se vuelva Sodoma y Gomorra, que estoy loca. Hoy comparto esto, para hacerles recordar que un homosexual también es persona, hoy escribo esto, para recordarles que la vida de otra persona se respeta y que nadie tiene el derecho de herir sentimientos, amores, romper sueños y vidas.

Thais es transgénero y Raul homosexual, son una pareja que hace muchos años viven juntos compartiendo ese amor repudiado por muchos y aplaudido por otros. No los conozco lo suficiente, pero no necesito años para descifrar a una persona, me es suficiente unas cuantas palabras y gestos para reconocer cuán valiosas éstas personas pueden ser. Thais es distinta, claro que sí, ella no es asesina, no ha violado, no ha robado, ni ha cometido ningún delito. Ella trabaja, y trabaja duro, ayuda a más personas en su condición y pelea por sus derechos, como una verdadera guerrera. Siempre admiré su personalidad, esa que no se deja pisotear.

Estamos acostumbrados a comer del plato ajeno, a querer el arroz con pollo que hace la vecina y si no nos gusta, criticamos y seguimos queriendo más y más. Vivimos en una sociedad que se horroriza porque alguien ame a una persona de su mismo sexo, pero que se sienta en el sillón de su casa viendo noticias en donde padres violan a sus hijos, hombres asesinan a sus parejas, y eso no horroriza con la misma magnitud.

El primer beso apasionado que presencié de una pareja homosexual fue chocante, estaba en una discoteca de ambiente con dos familiares, giré para ver si alguien más se alarmaba mientras la pareja terminaba el beso con una tierna y leve caricia en el rostro, pero al parecer a nadie le importaba. Ese amor que disfrutaban sólo les pertenecía a ellos, el resto era eso, sólo el resto.

El miedo, el prejucio y la discriminación han sido el yugo de las personas que aprendieron amar a alguien de su mimo sexo. Todos y cada uno de los que viven en este mundo saben que viven en espacio falso y doble moralista, acostumbrado a criticar las acciones de sus semejantes, cuando hay cosas más importantes que hacer en sus propias vidas.

El cuento de hadas tuvo un final feliz, adán con adán, sin serpiente, sin eva, ni manzana…con un vestido blanco, un anillo, un bouquet y un amor…

¿Quién importa en tu felicidad?

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