Pastillas para no dormir
Alonso Ocampo
Columnista
Pocos deben ser los moyobambinos que no sientan rechazo por la actitud tomada por seis regidores, cuatro de los cuales son apristas -es decir “oficialistas”- quienes decidieron abandonar la labor de comparsa que le hacían al alcalde Mardonio del Castillo para convertirse en súbitos fiscalizadores en los últimos meses de esta gestión.
Y causa rechazo porque mientras un gran sector de la ciudadanía al segundo año de gobierno señalaba supuestos actos irregulares en la administración, que no se cumplían promesas de campaña, que el alcalde había perdido el rumbo por su gigantesca soberbia, que se protegía a un regidor que se encontraban laborando en otro departamento del país, que se quedaba sorprendida cuando la revista “El Protagonista” destapó el uso dispendioso de viáticos por parte de algunos regidores, sin embargo y a pesar de todo este grupo de concejales se quedó vergonzosamente callado.
Eso no es todo, se tiene pleno conocimiento que algunos regidores no rinden cuenta de sus viáticos por montos que alcanzan varios miles de soles y si solicitamos por transparencia y acceso a la información pública las actas de sesiones de concejo es casi seguro que no encontraremos aportes normativos o propuestas sustentadas para el desarrollo de Moyobamba, lo que probablemente abunda son los reiterados pedidos de apoyo y donaciones formuladas básicamente por los ahora regidores rebelados y si los cuantificamos económicamente seguramente nos caeríamos de espalda.
Los regidores según ley tienen otra función importantísima que es la de fiscalizar, sin embargo este grupo “disidente” jamás denunció alguna irregularidad en la gestión, fue la prensa y tímidamente un regidor de minoría quienes pusieron al descubierto supuestos actos de corrupción. Recién ahora, a partir de su alejamiento del alcalde amenazan con revelar algunos hechos anómalos por lo que podríamos concluir legítimamente que contribuyeron a encubrirlos y hoy que perdieron ciertas gollerías o pretenden seguir viviendo de las ubres estatales se erigen como implacables fiscalizadores.
Mención aparte merece el teniente alcalde, si Luis XIV decía L’État, c’est moi – “el Estado soy yo”-, Mardonio del Castillo diría “el municipio soy yo”, a estas alturas del partido no puede salir a decirnos que le sorprende la prepotencia, la forma de gobernar o las limitaciones del burgomaestre, ya que ello nos llevaría a sospechar válidamente que es un gran tonto o está desesperado por conseguir alguna candidatura. Aún recuerdo que fue el encargado de justificar el viaje infructuoso del burgomaestre a la República Popular China con el argumento cantinflesco de que se fue a “observar uno de los ejemplos del mundo en cuanto al desarrollo que ha alcanzado dicho país”, a renglón seguido manifestó “concretizará un convenio para adquirir una planta de asfalto. Puede reírse.
He sido muy crítico de la gestión del alcalde Mardonio del Castillo porque a diferencia de estos “rebelados” de último momento, coincidía con un importante sector de la población que al finalizar el primer año de gobierno municipal considerábamos que no se veía un norte, que teníamos un alcalde y un concejo mareado con viajecitos improductivos, la gestión mostraba además de inoperancia un cortoplacismo alarmante; el burgomaestre prefería vivir enredado en discursos beligerantes, poco convocantes. No me vengan con defensas sustentadas en algunos asfaltados, básicamente en el Barrio de Zaragoza, tomo las palabras de un gerente de la actual gestión, “asfaltar lo hace cualquier cojudo”.
Moyobamba no avanzó con el saneamiento de la ciudad, no se logra hasta el momento los 54 millones para la gran obra de alcantarillado y planta de tratamiento de aguas residuales, el tema del relleno sanitario aparentemente está estancado, hemos retrocedido dramáticamente en temas de ordenamiento urbano, infraestructura vial urbana, caótico comercio ambulatorio, ausencia total de fiscalización en obras y tránsito.
El gran sueño que tenemos muchos moyobambinos de contar con un Gran Parque Botánico en el terreno del ex aeropuerto, recuperar el ex Parque Zonal Ayaymamam para el esparcimiento y recreación de la ciudadanía, construcción de vías diferenciadas para ciclistas, la creación del CEPRI, para la inversión público privada en rubros donde el municipio no tiene capacidad presupuestal, como la construcción de un nuevo mercado central o de un moderno terminal terrestre, tendrá que esperar; hay tantísimas cosas más que se pudieron hacer y no se hicieron.
De otro lado el gerente municipal no puede señalar como gran logro de esta gestión los incentivos económicos otorgados por el Ministerio de Economía y Finanzas por cumplimiento de algunas metas de gestión, le faltó decir que estos incentivos lo obtienen un sinnúmero de municipalidades a nivel nacional. Si eres el municipio de una capital departamental y no logras incentivos mejor “mándate a matar”. Solo un gobierno local con tan poco que mostrar puede considerar como “gran logro” los incentivos reseñados.
Sin embargo se puede reconocer algunas acciones positivas pero aisladas de esta gestión como son la revalorización de los Baños Sulfurosos de Oromina, las exitosas jornadas de ciclovías y la campaña -aún de manera incipiente- sobre la reducción de uso de bolsas plásticas, de ahí en más todo es oscuridad; por eso sinceramente aterra la sola pretensión que tendría el actual alcalde de postular a un tercer periodo ya que ha demostrado hasta la saciedad que el cargo le queda grande.