Se dice que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver, dicha ceguedad moldea nuestro comportamiento muchas veces, pese a la significativa evidencia de los cambios en el entorno y el crecimiento de la competencia a nivel local y global, o sea “glocal”, seguimos optando por actitudes pasivas y sosiegas. Todavía pensamos que lo que funcionaba antes eficientemente, podría aplicarse hoy y obtener los mismos resultados. Todos nos auto proclamamos líderes del mercado y sin embargo, seguimos fijando nuestros precios exclusivamente según los pasos de nuestros competidores, si ellos cobran 50, nosotros 49.90. Aún no le hemos otorgado el suficiente valor a nuestros productos para que puedan salir al campo con factores diferenciados, algo que realmente los vuelva únicos y que la gente prefiera sobre la vasta competencia con la que lidiamos día a día.
Según Chan Kim y Mauborgne en su libro “La estrategia del océano azul” vivimos en océanos rojos, es decir, un mercado de productos “comoditizados”, donde todos venden lo mismo y casi al mismo precio (cero diferenciación), competidores conocidos y lineamientos completamente establecidos que no da lugar a la innovación, más bien convivimos en un ambiente generador de guerra de precios en donde todos perdemos, tenemos que aumentar producción y poner precios bajos, por ende nuestra rentabilidad se minimiza, pero sobre todo lo más preocupante es que perdemos valor, lo cual es algo mucho más difícil de recuperar.
¿Qué podemos hacer ante esto? En realidad no existe una regla exacta que te diga puntualmente lo que tienes que hacer para diferenciarte, recuerda que todos los negocios son distintos y lo que los vuelve así son sus propios consumidores, ellos son los que moldean las marcas, las vuelven más humanas, se crean sentimientos y emociones alrededor de éstas; es por ello que desprendernos de este funcionamiento sería un grave error, es decir, tratar de imponer ideas a las que por tanto tiempo nos hemos acostumbrado y dejamos de prestar atención a lo que nuestros consumidores exigen.
Seguro habrán escuchado el término “inteligencia competitiva”, la cual explica lo siguiente: “es una disciplina empresarial creada para tomar decisiones estratégicas a través del mejor entendimiento del ambiente competitivo”.
Me gusta resumir esta definición diciendo simplemente que para ser los mejores estrategas, debemos ser expertos en leer el entorno; ¿y quiénes componen este entorno? Nuestros consumidores, proveedores, el estado y demás actores que influyen en nuestras decisiones. Para todo ello está la inteligencia competitiva, para evaluar estratégicamente a nuestros competidores (benchmarking), definir un panorama competitivo claro, analizar tendencias y oportunidades en mercados actuales y emergentes, etc. Bueno, ya me puse muy teórico hoy, igual es importante mencionar las pautas generales de lo que representa la complejidad que tiene el análisis de los factores que nos afectan en el mercado.
No se trata de volvernos espías como Ethan Hunt o James Bond y salir a la calle a buscar información confidencial o clasificada de nuestros competidores, sino más bien habla de un contexto proactivo que debemos adoptar de los posibles escenarios futuros que pueden aparecer y en donde nuestra competencia estaría involucrada. Cuando formules tus planes y estrategias pregúntate, ¿cómo reaccionarías a esas mismas jugadas? Trabaja con tu equipo, construyan opciones, generen ideas y, no se olviden de comprar el diario Voces todos los jueves. Hasta entonces…
@patriciollontop