La situación de convulsión que vive el país está haciendo que se expresen criterios que antes no se habían visto. Quizás siempre estuvieron, pero contenidos por una suerte de moderación ficticia. Comentarios totalmente alejados de la decencia y de la misma humanidad. Me refiero a aquellos que justifican la muerte de compatriotas. Es común ver y escuchar comentarios como “metan bala a esos terrucos”, o el “para que salen a protestar, si saben que los van a matar”. Otros dicen que el que protesta es “resentido”, y otros, muy orondos y con complejo de exitosos accionistas de multinacional, dicen que “quieren trabajar porque son chamba”.
Estos comentarios son de una frivolidad y malevolencia que pocas veces se ha visto. Hace poco hubo unas protestas violentísimas de partidarios del ex presidente Jair Bolsonaro en Brasil. Uno más reciente fue las terribles protestas en Francia, donde casi un millón de personas salieron a las calles por el incremento en la edad de jubilación decretadas por el gobierno de Emmanuel Macron. En ambos casos, resultado: 0 muertos. A muy pocos se les ocurriría en esos países llamar terroristas a los que protestan, pero en el Perú se ha instalado una lógica que normaliza, y en el peor caso, alienta a criminalizar toda protesta. Sería un absurdo negar la realidad de que en las protestas hayan infiltrados que se camuflan y desatan el caos para conseguir sus objetivos, pero eso no puede llevarnos a generalizar que todo aquel que protesta es un terrorista. Por supuesto que hay criminales, como los que
quemaron al policía, y a esos tiene que caerles todo el peso de la ley. Pero para eso se necesita inteligencia, ya que ningún conflicto se soluciona azuzando más el enfrentamiento. De ahí deberíamos partir, y es que nuestra propia experiencia y la historia así lo demuestran. Así que, llamar “terruco” al que protesta no te hace un “patriota” y un defensor de esta; solo te desnuda en toda tu miseria.
Otra muletilla que usan es que el que protesta es un “resentido”. Esto tiene su explicación desde la lógica neoliberal y clasista, que pretende decirte que, si has sido ninguneado, olvidado y/o rechazado, lo aceptes porque es de valientes hacerlo. Este argumento debe ser el más risible de todos, ya que los países que lograron tener un estado de bienestar justo para sus ciudadanos, no se logró por arte de magia, sino justamente porque, esos “resentidos” y descontentos con su situación, en su momento lo exigieron.
Se afirma que en el Perú ha calado, más que en ningún otro país, el discurso individualista y neoliberal. Lo bueno es que no son mayoría y se los puede ubicar fácilmente tanto en la ultra izquierda como en la ultra derecha, como han manifestado muchos analistas y lo han reconfirmado las encuestas. Ya lo dijo César Hildebrandt hace poco: “Este país debe hacerse de espaldas a esa izquierda doctrinaria que sigue creyendo que Cuba es una meta, y a esa derecha que escucha Willax y lee a los descerebrados de la prensa reaccionaria”. (Comunicando Bosque y Cultura).