No hay amor que crezca de la nada. Todo lo que el hombre siembra eso también cosecha, es la sentencia bíblica. Sembremos amor, cosecharemos también amor; sembremos odio, cosecharemos también odio. La naturaleza tarde que temprano, pero más temprano que tarde, nos paga lo que hacemos con ella.
Por ello no es de extrañar lo que viene ocurriendo en la sociedad actual (y que siempre ocurrieron), solo que hoy en día la gente se informa al instante, y conoce todo con la tecnificación de la comunicación lo que en el momento ocurren hechos aún en el lejano lugar más apartado del mundo. El ser humano es un animal con instintos medianamente educados, regularmente educados y nulamente educados que permanentemente se manifiesta y hace noticia todos los días, entre buenas y malas, entre macabras y horribles.
El ser humano con el instinto nulamente educado, son los humanos que matan y violan a otro de su propia especie. Ni la más alta psiquiatría a estos tipos de humanos los puede cambiar. Las cárceles les ahondan mucho más su alta potencia criminal; si uno de estos rufianes humanos sale de prisión, inmediatamente repite su salvajismo con más desesperación. ¿Solución? ¿Cadena perpetua? ¿Pena de muerte?
Los Estados del mundo, todos unidos gastan más dinero en mantener delincuentes en las cárceles, que muy bien todo ese dinero sirviera de sobra para alimentar y educar bien a sus sociedades. Tuviéramos generaciones humanas bien alimentadas y bien educadas. A la precariedad de la alimentación y de la educación, la secuela es la que tenemos: drogadicción, más delincuencia, más salvajismo. Gente de estos sectores nunca su instinto lo van a tener a un nivel educado, es decir, toda su fuerza instinta o interna le pone en actuación paralela al nivel de lo irracional.
Estamos muy lejos del amor sociológico: de buena y sana sociedad; pero estamos muy cerca del amor político, de gente que mira solamente sus propios intereses. Una vez que sus propios intereses personales o grupales son saciados, se olvidan de la gente que con amor se identificó en el contexto de recolección de votos. Por ello la política nunca fue y nunca tendrá el nivel del amor.
Es muy significativa la siguiente manifestación: “El mismo acto de amor, en lo biológico, expresa ese anhelo de morir en lo anhelado, de disolverse en lo disuelto. Según el Libro de Baruk, «El deseo amoroso y su satisfacción, tal es la clave del origen del mundo. Las desilusiones del amor y la venganza que las sigue, tal es el secreto de todo mal y del egoísmo que existe en la tierra”.
Es decir, nada es gratis, así como el amor que enaltece el alma; el egoísmo que humilla a la misma raza humana, es una realidad con causa. Muchas veces atacamos las consecuencias cuando ya no hay nada que hacer, excepto, lamentarse y tratar también de responder con venganza. Al delincuente y al salvaje, humanamente ya no le cambias por nada del mundo, ni siquiera los programas de orientación psicológica: ya no tienen ningún asidero. Lo que hay que atender es a la causa, antes que se desmorone y despotrique al despeñadero.
Señores políticos y los que administran los recursos del Estado, tienen una grande tarea, no ataquen las consecuencias solamente, que para ello ni siquiera nuestra actual legislatura sirve para que elaboren buenas leyes. Desarrollen la causa con una buena política de alimentación y educación. Porque el amor a la política siempre existirá, pero lo que no existe son ustedes señores políticos con amor a la sociedad.
Que no se permita que siga aumentando más los hogares disfuncionales. Las instituciones educativas de nuestra sociedad, están repletas de alumnos(as), que son crecidas con la mamá solamente que hace el doble papel, es decir, el trabajo de padre. Esta generación cuando es adulta, repite el mismo estilo casi genético de seguir formando hogares disfuncionales, incompletos del calor de padre o del calor de madre.