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domingo, octubre 5, 2025

Antídoto y Veneno

Ayer soñé con él, estaba como siempre, sereno, con mucha energía y con esa mirada pensativa. Se acercaba con pasos lentos pero firmes, como si no tuviera prisa pero sí ganas…

Me desperté distinta, soñar a mi abuelito no sólo me trajo melancolía sino también reflexión. ¿Por qué? Porque él jamás hubiese soportado ver personas irresponsables que no cumplen con las recomendaciones dadas. Él tenía una frase característica: “Muchacho o muchacha del demonio” y lo decía cada vez que cometías un exceso, error o travesura. Esa frase siempre estaba acompañada de un sermón, que traía como ejemplo la educación que sus padres le habían dado y sentenciaba diciendo con un suspiro: “Antes todo era mejor”

Y es cierto, no sólo el vino mientras más añejo, mejor, también el comercio, la alimentación, la convivencia y sobre todo, la educación. Cuántas veces hemos escuchado decir a alguna persona de edad avanzada: “Eso no se hace, no seas imprudente, jovencito” y casi siempre tienen de respuesta burla por parte de aquellos personajes que creen que por ser jóvenes son más listos e inteligentes, jóvenes que destilan solo insolencia.

Hace poco leí en redes sociales una historia motivadora. Se trataba de un anciano que hacía cola en un supermercado y cuando le tocó el turno de pagar, la cajera le dijo: “Señor, debe traer su propia bolsa, ya que las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente”. El anciano pidió disculpas y explicó: “Es que no había ésta moda verde en mis tiempos.”

La cajera con una exagerada dosis de sarcasmo, le contestó: “Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente”. El anciano no se quedó atrás y muy educadamente le respondió: “Tiene razón, nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos, porque en mis tiempos:

-Las botellas de leche, de refrescos y las de cerveza, se devolvían a la tienda y las enviaban de nuevo al fabricante para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban.
-Subíamos las escaleras, porque no había escaleras eléctricas.
-Íbamos caminando a los negocios en lugar de ir en vehículos.
-Lavábamos los pañales de los bebés, porque no había desechables.
-Secábamos la ropa en el tendal, no en secadoras que funcionan con energía eléctrica.
-Teníamos una televisión o radio en casa, no uno en cada habitación.
-En la cocina batíamos con una cuchara de palo, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros.
-uando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos viejos arrugados para protegerlo, no plástico.
-Hacíamos ejercicio trabajando, así que no necesitábamos ir a un gimnasio para correr sobre caminadoras mecánicas que funcionan con electricidad.
-Bebíamos directamente de la llave o en vaso de cristal cuando teníamos sed, en lugar de usar vasitos o botellas de plástico cada vez que teníamos que tomar agua.
-Cambiábamos las navajas de afeitar en vez de tirar a la basura todo el rastrillo sólo porque la hoja perdió su filo.
-Los niños iban en sus bicicletas a la escuela o caminando, en lugar de usar a su mamá o papá como taxista.
-Teníamos un enchufe en cada habitación, no varios multicontactos para alimentar una docena de artefactos.
-Usábamos teléfonos fijos y no 5 por cada casa, que al desechar las baterías contaminan la tierra y miles de litros de agua.

La cajera se quedó en silencio absoluto. El anciano se retiró inflando su pecho con orgullo, con la educación de un verdadero caballero. La cajera se quedó con los ojos cargados de lágrimas”.
La generación pasada no tiene la culpa de nada, los culpables somos nosotros, que nos hemos acostumbrado a tanto facilismo, que vemos normal contaminar el medio ambiente con tal de saciar nuestros caprichos, porque lo queramos o no, somos unos malditos superficiales.

Cuántos de nosotros en algún momento de nuestras vidas hemos escuchado este tipo de experiencias contadas por aquellas personas como nuestros abuelos, padres, tíos o conocidos. Personas que se sienten orgullosos de haber vivido en simplicidad pero felices, sin embargo, a nuestra generación ¿De qué nos sirve tanta tecnología en épocas de pandemia? solamente para distraernos, para nada más…

Es momento de reflexionar, de pensar en lo que hicimos mal, a veces el egocentrismo nos ciega y dejamos de pensar en el resto, como nuestro preciado medioambiente.

Estoy segura que cuando pase ésta pandemia, nada será igual. El mundo ha recibido una cucharada de su propia medicina. Porque sin duda, somos: Antídoto y veneno…

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