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Hasta estos últimos días previos, la región San Martín, particularmente la ciudad de Tarapoto, puede que hayamos estado viviendo el mejor de los momentos de tranquilidad y paz, y que por cierto va a depender tanto de las autoridades y de nosotros para que esto nunca se pierda, porque la vida y la paz, tienen un alto costo de haber vivido con sacrificio y dignidad, y de la noche a la mañana, perder esto, es perder absolutamente todo.

Ciudades donde hay el mayor intercambio económico, siempre van a estar al acecho del peligro y de la amenaza por parte de gente que actúan al margen de la ley. Tarapoto ha crecido en el mundo del negocio, del comercio y la banca. Más de diez entidades financieras operando en esta ciudad, todos con el único insumo de comercializar el poder económico, algunos con intereses módicos, otros con tasas de interés elevados, incluso poniendo en operación las famosas membresías que muchas veces el cliente ni se da cuenta de su existencia, recién cuando es sujeto de cobro al año de haber hecho un préstamo respectivo, ese cliente tiene la ingrata sorpresa que está pagando adicionalmente una penalidad, a parte del cobro de los intereses del capital prestado.

Tarapoto tiene la mayor población de la región San Martín, tiene una fuerte corriente de migración de sus distritos, de las demás provincias, la Amazonía, la Sierra, y de gran parte del país, vienen por su cálido clima y por seguir invirtiendo en esta parte del país; también lo hacen no tanto por estar topográficamente bien establecida, sino por los varios puntos de acceso que tiene, además de la vía aérea, permitiéndole el flujo de miles y miles de personas que hacen su entrada y salida diaria y permanentemente.

Las nueve ciudades restantes quieren tener o demandan muchos derechos urbanísticos, sociales y profesionales tan solo por ser provincia, pero que lamentablemente el flujo económico no tiene la dinámica comercial que Tarapoto lo exhibe.

Ojo con esto, el desarrollo de un pueblo muchas veces no es sinónimo del poder económico, por ello ciudades o pueblitos o distritos más apartados, podrían tener el nivel superior en lo que a capacidad de conciencia cultural se refiere.

Pueblos con un origen de cultura que conoce y se identifica, siempre será el abanderado adentro o fuera de su pueblo, por más que exista la amenaza del dicho que dice: “nadie es profeta en su tierra”. Habrá que romper este esquema, aunque ello signifique luchar contra todo tipo de egoísmo y mediocridad, y habrá que romper también el otro dicho que dice: “pueblo pequeño, infierno grande”.

Más que dichos de lenguaje, estos detalles muchas veces está ya enraizado en el cerebro de algunas personas como un referente negativo de esquema mental, y que debe ir paulatinamente eliminándose, si queremos tener un pueblo desarrollado no sólo económico, sino en todos los estamentos sociales y culturales.

Es decir, dejar que los prejuicios sociales y mentales no minen la iniciativa y capacidad emprendedora de una persona, y juntos de la mano: ciudadanos y autoridades, podemos hacer frente a todo tipo de amenaza externa.
Esta amenaza externa hace buen tiempo que se presentó en Tarapoto, con personas extrañas que llaman al número de un celular haciéndose pasar como familia y que está llamando para honrar al supuesto familiar con su visita y con algunos regalitos que le está llevando. Se hacen pasar como intervenidos por la policía de carretera y que urge el apoyo económico para solucionar su problema por parte de la persona que es llamada.

La inocencia siempre es una buena señal en una persona, siempre y cuando no caiga en ser incauto.

Lamentablemente muchos ya cayeron al ser demasiado incautos, es decir, creyeron en las absurdas y atroces mentiras de los delincuentes que buscan mil maneras de estafar y robar a las personas, y que algunos viéndose que no tienen “éxito” en sus desacreditadas y canallísticas mentiras, hacen mención de programas de señal abierta donde le indican al supuesto familiar que ganó diez mil dólares, más un auto cero kilómetros; otros se van al extremo de amenazar a las personas, especialmente a empresarios, como recientemente al ex alcalde de Tarapoto y empresario Sandro Rivero y a su respectiva esposa, les sorprendieron con una carta amenazante dándoles un plazo respectivo.
No hay mejor cruzada en estos momentos de todo tipo de amenazas, que estar más unidos y no ceder ante el temor por más que los condicionamientos de plazos y amenazas sean crudas y crueles.

La policía debe hilar fino en estos casos, y ser vigilantes al cien por ciento; los jueces y fiscales, por favor, no interpreten las leyes mirando sus propios beneficios económicos. Apliquen la ley como debe aplicarse. Fueron formados para administrar justicia con solvencia moral y equidad y no ser abogados de los hampones, del diablo y la delincuencia. De lo contrario, la vida es un círculo lento y seguro: todo da vuelta, tarde que temprano.

La vida se ha hecho para vivir en armonía con los demás, pero aquél que atenta y no respeta las normas pacíficas de convivir sanamente en una ciudad, aplicarle el máximo castigo, es lo que conviene, como debe aplicarse también la máxima distención y reconocimiento al ciudadano y profesional que destaca.