Se ha olvidado por completo lo sucedido apenas hace unos meses con el escándalo de los audios que involucraban a Walter Grúndel (quien admitió que es su voz) y de Víctor Isla (quien niega que sea su voz), en los que el alcalde tarapotino hablaba de negociaciones bajo la mesa para conseguir el favor del expresidente del Congreso, quien le ofrecía hasta perseguir a sus enemigos si se ponía bajo su sombra.
Después Grúndel dijo que el imitador era un amigo suyo, el famoso Jarlenller, que le pidió dinero a Manuel Nieves para evitar la divulgación de los audios. Después se supo que eso era mentira y que supuestamente fue una treta de un abogado (Óscar Cabrera), quien después también salió a desmentir a la dupla de alcalde y teniente alcalde, indicando que a él también le vendieron el cuento.
Al final, esta novela mexicana terminó tan desdibujada que ya nadie sabía de quienes se hablaba. Hoy, dos periodistas como Ramón Amaringo y Glenda Mello han sido enjuiciados y se pide un millón por su cabeza. Víctor Isla, compra medios en Loreto para que salgan a decir lo que él quiere, mientras en San Martín el asunto es periódico de ayer. Qué Netflix, ni qué Netflix.