“No abandones a un anciano por lo que no puede hacer, respétalo por lo que hizo, piensa que tú aún no lo has hecho”.
Desde hace más de dos décadas que el sacerdote Adrián Ochoa fundo en Rioja la Casa de Reposo o asilo para ancianas y ancianos en abandono, que lleva el nombre de quien fuera obispo Martín Fulgencio Elorza Legaristi, es una casa acondicionada como centro de reposo, ubicado en la carretera a la salida a al Distrito de Posic – sector Atahualpa- aquí en este tranquilo espacio se ubica la casa que se mantiene gracias de la caridad algunas personas de buen corazón y de ciertas instituciones. Aquí pasan sus días humildes abuelitos y abuelitas que fueron abandonadas por sus propios hijos, hermanos o familiares, aquí ellos se hacen compañía, aquí lloran sus tristezas, añoran el pasado en familia, aquí en la triste mirada al vacío imploran a Dios con sus ruegos, encomendarse a Dios a cada momento por que han sido testigos que muchos compañeros con quienes compartieron una conversación, un alimento, hoy ya no están.
La casa en la actualidad alberga treinta y cinco ancianos abandonados en las calles de Moyobamba, Rioja o Nueva Cajamarca y lo más grabe muchos con enfermedades terminales.
Con calma y resignación el padre Adrián nos dice “por un tiempo teníamos una técnica en enfermería que el MINSA delego, el año pasado recibimos la vista de autoridades del gobierno regional, el apoyo ha sido momentáneo, parece que muchas autoridades vienen sólo a tomarse la foto de ahí desaparecen» nos dice de forma campechana el sacerdote, la técnica se retiró, los medicamentos los útiles de higiene y la comida del día a día tenemos gracias la voluntad de gente humilde que va a vender al mercado de Rioja, ellos con la mejor voluntad nos regalan, o al buen campesino nos trae plátanos, yuca o arroz, de ahí sale el alimento que Dios nos provee para nuestros viejitos; otras son donaciones que recibimos de familias amigas que son contados en el Alto Mayo, estamos muy agradecidos del apoyo de voluntarios.
La pandemia ha sido una etapa muy difícil para nuestros abuelitos, los hemos tenido que proteger al máximo, por ejemplo tenemos luz eléctrica gracias al generoso apoyo de Electro Oriente, a los ancianitos tenemos que asearles con agua tibia, necesitan atención especial, de repente no me crees nos dice el padre Adrián “estoy cargando deudas hasta de las funerarias debo pagar cinco ataúdes” algunos de los abuelitos fallecen y tenemos que darles cristiana sepultura, “muchas veces no tenemos dinero ni para el ataúd, es la cruda realidad pero tenemos que asumir responsabilidad que Dios y la sociedad nos ha dado como creyentes y practicantes” señala el religioso.
En esta iniciativa lleva dieciocho años dedicados exclusivamente a dar cobijo a personas en abandono, “es nuestra misión es una realidad, tenemos hermanos que necesita apoyo, es la realidad que muchos en la misma región, la mayoría de la población desconoce o conocen, pero no les interesa, prefieren derrochar el dinero en banalidades que pueden compartir, pero nada nos va a detener nos dice este sacerdote de pueblo.
El curita de estatura mediana y tez trigueña es natural de Moyobamba, estudio teología y se gradúo como sacerdote en Roma; cuando iniciamos tuvimos solamente una olla, cinco platos, una pequeña una tetera y cinco camas para los abuelos y abuelas, yo me iba a dormir en una hamaca, así fueron nuestro inicios, por lo menos unos dos años, ahora con madurez y con mucho más entusiasmo en estos dieciocho años hemos aprendido y vamos a seguir en el camino que Jesús nos enseñó, caminado y practicando su palabra.
¿Qué sería de ellos, si no les diéramos acogida? Talvez muchos hubiesen fallecido en el abandono o en las calles y eso como cristianos no lo podemos aceptar.
Tenemos abuelitos con cáncer terminal cubrimos su tratamiento hasta donde materialmente nos alcance, Dios siempre provee, no nos abandona, mucho de ello no tienen ni DNI es decir son personas que no existen para el estado menos para los programas sociales, crudamente calificados como NN, es la triste realidad.
Pero sin caer en el desaliento y el desánimo, es reconfortante ver que aquí queda demostrado que, en medio de tanto desamor, individualismos de la gran globalización y corrupción que salpica la sociedad, aquí existe un espacio de gente de bien de personas solidarias, que el amor al prójimo existe. Como nos dijo el Papa Francisco “Ningún anciano debe estar exiliado de nuestra familia. Los ancianos son un tesoro para la sociedad” Gracias padre Adrián.