El Congreso ha dado un duro golpe a los bosques del Perú al aprobar la modificación a la Ley Forestal y de Fauna Silvestre que beneficia a la tala ilegal, a los traficantes de tierras y a los gremios de la palma aceitera. Según el Serfor, esto hará que la deforestación se triplique en nuestros bosques amazónicos. Pero, adicionalmente, esto hará que 100 procesos judiciales abiertos por delitos contra los bosques queden archivados. Esto es un atentado brutal contra la lucha contra el cambio climático y debería ser rechazado por toda la sociedad.
Por eso nos sorprende cuando el Colegio de Ingenieros del Perú, y algunos de sus consejos departamentales -tan expeditos para lanzar sus comunicados en rechazo cuando una abogada toma las riendas del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego porque no es “ingeniera”, o porque “no conoce el sector”–, no reacciona para una situación totalmente ilegal que beneficia a mafias que lucran con la desaparición de los bosques. Y la sorpresa se extiende al ver el silencio de instituciones del Estado que se encargan de la gestión y defensa de nuestros bosques.
Sabemos que el Congreso es el enemigo del país y que su única misión es legislar en beneficio de sus intereses personales y para los grupos ilegales que representan, pero, en realidad, es nuestra propia indiferencia lo que hace que se sientan poderosos. Por este abuso y todavía impunidad de los congresistas, la última encuesta del IEP les da solo un 5% de aprobación. Creo que en ningún país del mundo un Congreso así de desprestigiado se mantendría tanto tiempo en el poder.
Esta situación trae a colación una frase de Salazar Bondy que, en su célebre ´Lima la horrible´, decía: “El limeño sigue siendo quien acepta, con apenas una ironía en los labios, los abusos de los poderosos y la impúdica corrupción de los políticos”. Creo que el gran escritor se quedó corto con esa frase, ya que esta tolerancia a las inmoralidades ya no se circunscribe solo a Lima, sino a todo el país. Nuestra pasividad es la principal fortaleza de esos congresistas, y seguirán atropellando todo a su paso mientras no les pongamos un alto a ellos y a las mafias que representan. (Comunicando Bosque y Cultura).