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lunes, febrero 10, 2025
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Bajo Biavo: Historia de lucha por el bosque

bosque
LOS GUARDIANES. En la foto central al lado de un gran árbol de renaco. Al costado, una particular forma de hacer casas de abejas

La demostración que la pelea por la conservación obtiene resultados cuando la voluntad es más grande que el obstáculo

EULER PUTPAÑA. Ex Unión Tarapoto
EULER PUTPAÑA. Ex Unión Tarapoto

Por: Lenin Quevedo Bardález

El Alto Biavo es una concesión para conservación distinta a todas. No solo porque tiene un mayor número de socios, sino por toda la lucha que tuvieron que atravesar para hacerse guardianes de este bosque. La mayor parte de los socios son naturales de San Martín y conocen estas tierras desde que nacieron y aun en la memoria de los ancianos cuyos genes recorren sus cuerpos.

Son 128 personas comprometidas con este trabajo (usualmente las concesiones tienen entre 20 y 5 socios). ¿Pero por qué tantos? Porque la concesión nació de una firme pelea por los derechos que adquirieron en su historia. En el año 2014, un grupo de pobladores de Dos Unidos iniciaron los trámites buscando la creación de una concesión para conservación, para de esta manera hacerse legalmente de los territorios que desde siempre les pertenecían. Cuando llegaron hasta el gobierno regional se dieron con la sorpresa que esas tierras ya tenían dueños, sin siquiera haber consultado a las comunidades que desde siempre las cuidaron. El concesionario era un empresario arrocero, Magno Pastor junto a quince personas, entre familiares, campesinos de la zona y trabajadores suyos y su asociación se denominaba “El Valle del Biavo”.

Fue así que se inició un peregrinaje a través de los caseríos de Pacasmayo, Dos de Mayo, Abancay y Dos Unidos, con la finalidad de exigir a la Autoridad Regional Ambiental que explique las razones de cómo inconsultamente se entregó una concesión. “Fue ahí que el empresario vio difícil la posibilidad de realizar sus trámites de solicitud de la concesión, por lo que llegamos a un buen acuerdo con él (tuvieron, valga decirlo, que pagar un promedio de 14 mil nuevos soles por los gastos que antes había realizado Magno Pastor) y se continuaron con los trámites para no iniciar nuevamente este trabajo; lográndose además que todos los socios (128 aproximadamente), sean también admitidos en la organización”, dice Euler Putpaña, presidente de la renovada asociación y un conocido futbolista en la región que destacó en la etapa nacional de la Copa Perú con el Unión Tarapoto.

Inmediatamente se formaron comités para la administración del área, siendo que cada comunidad tiene en el presente bajo su administración un espacio de las 6687.047 hectáreas de bosques secos tropicales; un hábitat único en el mundo que pertenece a la región San Martín y que se encuentra sumamente amenazado.

No todo es color de rosa

Así las cosas en el papel suenan muy bonitas, no obstante para que esto se haga realidad hubo entretelones, fundamentalmente con la actuación de una Autoridad Regional Ambiental en la etapa de Nueva Amazonía que evidenciaba un favorecimiento para el arrocero.

Wagner Camacho, presidente del comité de Pacasmayo, cuenta que en varias ocasiones tuvieron que viajar a Moyobamba para intentar conversar con la Autoridad Regional Ambiental, no obstante siempre eran dejados de lado y hasta hubo un funcionario que se escondió de ellos a pesar de estar en sus oficinas. “Sentíamos que nos querían dejar de lado, pero siempre peleamos por lograr lo que ahora tenemos”, refirió.

Orlando García Navarro, presidente del comité de Abancay, manifestó que su comunidad prestó el apoyo de los ronderos para lograr sus objetivos. “Somos la única institución rondera que hemos decidido cuidar el medioambiente”, indica. “Los empresarios muchas veces creen que todo se hace con la plata, por lo que nosotros nos hemos dado fuerza y valor, por lo que llegamos la conclusión que no todo se hace con la plata sino que además con el conocimiento. Y finalmente vencieron, utilizando para ello la información .

Óscar Vásquez, presidente del comité de Dos Unidos que se dedicaba antes a la caza de animales en este bosque, refiere que han tenido que cambiar sus costumbres. “Si no estuviésemos metidos en el tema de conservación estaríamos en estos bosques viendo la destrucción del día a día”, lo que demuestra que la educación es la medicina que la naturaleza necesita que se inyecte en los hombres.

El gerente de la asociación, es otro joven, futbolista como Euler Putpaña, pero además con una visión clara del futuro a sus 26 años. Se trata de César Grández Mori, quien indica que ellos están resueltos a cuidar la concesión hasta con sus vidas. De acá nacen nuesrtas vertientes que le dan vida al río Biavo; por ello debemos cuidar nuestras fuentes del agua.

Cabe indicar que Amazónicos por la Amazonía (AMPA) es la institución que ha laborado en el plan de manejo de la asociación, además de brindar un permanente asesoramiento.

BELLEZA. Un ave de pecho rojo aparece en medio de las ramas
BELLEZA. Un ave de pecho rojo aparece en medio de las ramas

El pasado de los bosques de Bajo Biavo

Antes de todo lo acontecido con la concesión para conservación, el Gobierno Central a través del fracasado programa de concesiones forestales, que buscaban un supuesto aprovechamiento racional de la madera y un cuidado de los bosques, cosa que nunca funcionó.

Rólfer Ushiñahua Caballero, presidente del comité de conservación del caserío Dos de Mayo de la provincia de Bellavista, del bosque de protección del Bajo Biavo, refiere que de pronto su reserva de agua, medicina y alimento, pasó a manos de un japonés. “Siempre hemos crecido sabiendo que este era nuestro bosque, por lo que nos alarmó conocer que dentro había una concesión forestal. Tuvimos una reunión y fuimos a la zona decididos a enfrentarnos a los concesionarios, pero no los encontramos, sino únicamente la madera, que procedimos a meterle candela y en menos de una hora la madera había desaparecido”, indicó.

Posteriormente, siendo él en ese encontes agente municipal encargado, fue buscado por la Policìa Nacional y por un fiscal quienes pretendieron detenerlo. “Yo fue ahí que saqué un gran machete que tenía y les dije si es que querían tenían que enfrentarse también a él y no me han podido agarrar”, cuenta. Luego la empresa quiso arreglar con ellos a través de un pago a la comunidad, a lo que también se opusieron y Abancay se unió a la lucha. Poco después desapareció la madera y el japonés y la calma volvió al Bajo Biavo.

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