A mí me mintieron de adolescente que en ciertas partes de San Martín están creciendo catus como consecuencia del cambio climático. Y cuando veía el transcurrir entre el abra y las demás localidades del que hoy sé es el bosque seco de la región San Martín es en realidad un ecosistéma único en el mundo, muy extraño pues se trata de un espacio en el que llueve poco, no hay casi agua, pero se encuentra en la cuenca amazónica.
Mañana culminaré un periplo a través de diversos lugares del bosque seco. He visitado áreas de comunidades nativas con esfuerzos sembrando manchinga, he conocido la lucha de los hombres del Valle del Biavo, he disfrutado el olor de los bosques del Sangapillal y he quedado impresionado con el trabajo de Ojos de Agua, quienes están convencidos que el bosque de futuro es el que ellos cuidan. Mañana iremos al bosque del quinillal y con ello podré decir que he explorado casi la totalidad de formas de estos bosques que sin duda son una maravilla para quien quiere visitarlos.
Debería contarse a los niños lo que tenemos. Es imposible conociéndolo no sentirse orgulloso. Es lo que nos falta.
