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martes, julio 8, 2025
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¡Qué buen polvo!

Para poder poseer algo se promete de todo, desde viajar, hasta casarse y gozar de amor eterno y todo siempre con una buena dosis de placer. La vida nos agarra de una y mil maneras, de posiciones nunca antes vistas. Todo siempre se resume en un buen polvo, ese que aparece y que con tanta facilidad se desvanece, sin que nada podamos hacer.

Siempre me ha intrigado los temas que tienen que ver con los cambios, incluso la muerte misma me ha generado curiosidad, al punto que no me asusta que tope mi puerta mañana. Por su parte, mi madre es de las personas que se prepara para todo, tiene miedo a muchas cosas, pero no le asusta que en algún momento pueda dejar de existir. Podría parecer que es espeluznante pensar en esas cosas…pero ¿es malo pensar en la muerte?

Respondiendo a la interrogante, no debería dar miedo pensar en la muerte, porque es algo por lo que pasaremos todos, sin discriminación alguna y eso lo comprobé la semana pasada, cuando de un momento a otro, un ser muy querido falleció, dejó esta vida sin previo aviso, sin que uno pueda despedirse, sin dejar que otra persona le cumpliera sus más anhelados sueños. Y eso duele, de una manera que no tiene explicación.

Lastimosamente nos preparamos para todo, desde escoger el color de ropa interior que queremos estrenar, el trabajo que queremos cambiar, la comida que queremos comer, el número de hijos que deseamos tener y los lugares donde queremos vacacionar.

Absolutamente nos preparamos para todo, pero ninguna persona se prepara para poder dejar ir a alguien para siempre, ni hace la idea que no podrá dar un beso de buenas noches a un ser querido y sobretodo nadie nunca se prepara para decir adiós.

Debería resultar más fácil dejar ir a alguien que amamos, dejar que vuele y deje de sufrir en el mundo terrenal, pero somos egoístas, queremos poseerlo, retenerlo con nosotros para que nos llene de felicidad, una felicidad que muchas veces no es la de ellos.

Dicen que cuando alguien fallece aprendemos a valorarlo y es cierto, porque en vida con frecuencia aislamos a ese ser querido, no lo comprendemos, no entendemos su soledad, su depresión por envejecer o por ser olvidado; no comprendemos que ellos también merecen atención, respeto y amor, un amor que olvidamos demostrar cada segundo de la vida; ese amor que merecemos todos.

Esto no es más que una catarsis, de entender que estar en esta vida tiene un por qué, tiene un sentido y muchas veces lo pasamos por alto. Solo cuando una persona deja de existir, el mundo entero se da cuenta de lo que merecía, del aquel beso que quedó en el aire, del abrazo que nunca se dio y del “te quiero” que nunca se pronunció.

Nuestra vida es esto, cometer errores, reír, llorar, amar la vida, odiar, bailar, saltar, tropezarnos, levantarnos y volvernos a caer, coger la piedra y guardarla como un amuleto.

¡Qué buen polvo! Todo se resume a un polvo… “porque de polvo vienes y en polvo te convertirás”

Y tú ¿Qué tal polvo eres?

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