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lunes, mayo 5, 2025
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CACAOTALES A PLENO SOL

El visitante hace su recorrido por sectores rurales de la provincia selvática, observando las plantaciones de cacao y de café, de las que los medios de comunicaciones hacen referencias en múltiples oportunidades. La carretera está asfaltada, aunque con material de baja calidad por el diminuto espesor. Alguien informa que los constructores la hicieron así por disposición técnica, debido a la baja densidad de tránsito. Pero, no solo se trasladan motocicletas, camionetas, automóviles, sino también, camiones pesados que trasladan grandes cantidades de cacao, café y plátano. Un agricultor del lugar da a conocer que hace solo algunas décadas, aquellos parajes rurales eran bosques vírgenes, donde abundaban animales silvestres y árboles milenarios de gruesos fustes. Donde habitaban además seres mitológicos como la lamparilla, el chullachaqui, aquellos traviesos duendecitos que engañaban a los cazadores con sonidos de hojarascas secas y desviaban de sus caminos a los borrachos cuando se desplazaban por esas trochas en oscuras noches en afanes ajenos a la fidelidad conyugal. Los lugareños eran asiduos visitantes de esas espesas florestas para abastecerse de carnes de aves, roedores y rumiantes; también de pescados de las quebradas que bañaban sus interiores silenciosos. Los cazadores no andaban desprovistos de armas, iban con machete en mano y su abancarga cargada, porque no solo habían animales comestibles, también abundaban grandes felinos bravos y gruesas y venenosas serpientes. El intrépido habitante selvático era astuto, ágil, hábil y decidido, se sentía como Adán, amo del bosque, y obtenía de él lo que quería: carne a animales terrestres, de aves, de pescados. Se proveía de flores, cogollos, hojas, tallos, raíces, frutos, hongos. De todas las medicinas para todos los males. De madera para la casa, los corrales. De lianas para amarrar los cercos. De leña para la cocina diaria. De ricos suelos para la agricultura y ganadería.

 

El visitante continúa con su desplazamiento y se da cuenta la absoluta ausencia de bosques vírgenes, que existe una absoluta discrepancia entre las condiciones de estos terrenos indicados con meridiana claridad en la última narración y el actual estado de estos terrenos. Se observa purmas, shapumbales, cashucshales, cacaotales y cafetales. Las purmas son bosque secundarios, que hace décadas estos terrenos estaban llenos de bosques vírgenes, con diveridad de flora y fauna. Las extensas áreas de shapumbales y shapumbales son productos de terrenos degradados, donde la pequeña capa de veinte centímetros de espesor de suelo ha desaparecido por el irracional cultivo de la coca. Están también los cacaotales y cafetales, en grandes extensiones, en seis mil hectáreas del primero y cerca de dos mil hectáreas de cafetales informa un agricultor.

Los cacaotales están a pleno sol, sin una sola sombra. El propietario de uno de ellos indica “es que así nos indican los ingenieros que nos visitan”; pero, “¿abonas tu plantación?” pregunta el visitante. La respuesta es: NO. Las respuestas de todos los productores son la misma palabra. “¿Realizas podas?”. La respuesta es: SI. Hay elocuentes discordancias entre una plantación a pleno sol sin abonar y una plantación podada sin abonar. El visitante se queda azorado, sin argumentos de conversación por la incredulidad de semejantes actitudes de los productores. “No puede ser que realicen podas sin abonar; y no es posible que tengan plantaciones a pleno sol sin abonar. Ésta es una grandilocuente barbaridad. Aquí se debe aplicar la fórmula: Si voy abonar, realizo la poda. Si mi plantación es a pleno sol, tengo que hacer fuerte abonamiento. Sin embargo, acá se hace las dos cosas al revés; pero, es tiempo de reformular y uniformizar los criterios técnicos, si se espera el resurgimiento de una producción cacaotera sostenible debe hacerse con abonamiento orgánico con podas; y con sombra”

Alguien añade, la planta de cacao debe tener sombra, no solamente en el primer año de crecimiento, sino durante toda su vida, porque es una planta originaria de la Amazonía, es decir del bosque, y el bosque ha incluido a esta planta durante su formación y vida milenaria. La domesticación de la planta de cacao no significa necesariamente el alejamiento definitivo de sus orígenes boscosos; sino, la tecnología debe llevarse de manera paralela a éstos criterios si realmente se desea las sostenibilidades de las plantaciones.

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