Quiero que entiendas esta simple decisión, que no tiene nada que ver con querer ser más que tú. No quiero caminar delante tuyo, no quiero estar más arriba, no quiero tener a mis pies, quiero que me tomes la mano, amigo, compañero, hermano, hijo y caminemos en el mismo nivel, que caminemos en igualdad.

Muchas veces escuchamos por qué tanta celebración, que las mujeres celebran todo si ya lograron mucho, sin embargo, recordemos que el 8 de marzo es una fecha conmemorativa, de reflexión, donde recordamos las luchas de mujeres por tener los derechos que ahora tenemos.
Ahora podemos elegir a nuestras autoridades (antes estaba prohibido participar en esas decisiones), ahora podemos acudir a las universidades, ahora podemos ser profesionales y tener puestos importantes.

¿Y entonces qué falta? No es chisme, son estadísticas reales de la desigualdad que existe, por ejemplo en lo que se refiere a sueldos de las mujeres en comparación con los hombres, en la exclusión que existe cuando para cumplir con las leyes debemos rellenar listas para cumplir con las normas de porcentajes que las leyes electorales exigen.
Habría mucho de qué hablar, sí, se han logrado muchas cosas, pero falta la equidad en otras.

Entre otras cosas queremos dejar de ser esa parte vulnerable cuando salimos a las calles, dejar de sentir acoso cuando estamos solas a cualquier hora del día y pensar que nuestras hijas en un futuro no tengan temor de participar en espacios de decisión sin que antes la juzguen por abandonar al hijo o al marido.

Camina conmigo, vamos de la mano, quiero compañía, no quiero que me solucionen la vida, quiero compartirla y que se respeten mis decisiones.