Julio Guzmán desata muchas simpatías porque es un político sin mañas, sin las formas que siempre caracterizan a los que están metidos en la política, sin un discurso político puro. Lo que no se dan cuenta, es que probablemente estamos frente a un político tan nobel, que de pronto tampoco tiene capacidades para ejercer cargos en los que se trabaje políticamente. No con poca cosa. Con millones de personas, que hace poco ingresaron dentro de sus perspectivas, al convertirse en candidato.
Aparentemente, don Julio Guzmán solo sabe de empresa privada, por lo menos eso se colige de su curriculum: “Empecé a trabajar a los 15 años como mensajero. Enseñé matemáticas para pagar mis primeros estudios. Estudié una maestría con un crédito estudiantil y un Doctorado en Gestión Pública con una beca por buen rendimiento. Trabajé diez años en el BID, el Banco de Desarrollo de América Latina”.
Eso es todo lo que corresponde a su experiencia laboral. No hay más en su web. La única chamba de Julio Guzmán es la del Banco Interamericano de Desarrollo. Pero claro, con un buen discurso, una narrativa a lo Obama y contacto en los medios de comunicación alternativos, ha logrado por lo menos una posición expectante. ¿Y qué es el BID? Un prestamista multilateral con presencia en América Latina y con sede en Washington, que ha sido señalada por aprovechase de las necesidades y de las desgracias suscitadas en nuestros países para conseguir el endeudamiento que siga haciendo crecer la deuda externa de nuestras naciones y que alimente los bolsillos de sus funcionarios (¿o no es así como trabaja todo banco?). (Ojo: la empresa privada no es menos corrupta que la pública, pero allí no se castiga ni el peculado, ni la colusión, ni el nepotismo. Todo eso se felicita, son logros alcanzados. Son beneficios del habilidoso).No defiendo de ninguna manera con este argumento a los políticos tradicionales. Algunos han aprendido únicamente a robar, a perder la dignidad para aliarse con el peor enemigo, para algunos es el último peldaño en su carrera delictiva y para otros la posibilidad de asociarse impunemente a ricos narcotraficantes .Hay a quienes no les importa realmente ganar, sino obtenerlos intensos aportes. Aun así, quedan y podrían estar entre los candidatos, políticos cuajados, que conocieron los avatares de esta profesión y optaron por no contaminarse. Yo veo con mucho interés a alguien que seguramente no merecerá una votación mayoritaria. Verónika Mendoza, con un discurso más claro, me ha convencido mucho más que la campaña multilateral.