El cardenal y arzobispo de Huancayo responde a las críticas recibidas por los extremos políticos cuando anunció cambios en el actual Gobierno, luego de una reunión sostenida con el presidente Pedro Castillo.
Su reunión con el presidente y el anuncio de cambios han despertado respuestas positivas y críticas muy severas. ¿Esperaba esas reacciones?
Cualquier cosa que en este sentido la Iglesia diga o haga va a tener reacciones positivas y negativas. La Iglesia respeta la autonomía de la política, pero no podemos decir que la Iglesia tiene que reducir su misión a lo privado. La Iglesia hace mucho en el campo evangelizador, social, en la educación, etc. El papa Benedicto XVI dice claramente que la Iglesia no puede ni debe quedarse al margen de la construcción de un mundo mejor ni despertar las fuerzas éticas y espirituales del evangelio. En ese sentido, no me extraña. Pero me fijo más bien en lo positivo. Mi visita fue por una invitación que me hizo el presidente Castillo, por tanto, no es una injerencia de la Iglesia.
Fue una invitación a través del congresista Bermejo.
Efectivamente, por mediación del congresista Bermejo.
Los ataques más duros fueron de Cerrón y Perú Libre. Hablan de “golpe eclesiástico” y que la Iglesia apoya la conspiración contra el presidente.
En Semana Santa hay que recordar que había enemigos irreconciliables contra Jesús, que incluso llevaron a condenarlo a muerte en la cruz. ¿Por qué lo condenaron si pasó por el mundo haciendo el bien? Porque había autoridades políticas que tenían intereses, las autoridades religiosas y un pueblo que se dejaba manipular. Igual, las críticas las unimos a los insultos que recibía Jesús. Es decir, la pasión de Cristo continúa por los intereses subalternos.
Cerrón critica a la Iglesia y le envía un mensaje a Castillo, como si le dijera: si te alejas de mí, te va a ir muy mal. Eso no lo puedo afirmar, pero efectivamente me ha llamado la atención esa acción virulenta contra la Iglesia, lo que ciertamente acogemos con respeto, pero no la aceptamos.
En el otro extremo político igual hay muchas críticas. Dicen que la Iglesia busca salvar a Castillo, que la única solución es su renuncia y la Iglesia le hace el juego. ¿Tienen algún asidero?
No. Respeto las opiniones. Soy el responsable porque no he ido como representante de la Conferencia Episcopal Peruana, simplemente fue una invitación personal. Pero es importante indicar que como Iglesia tenemos un papel público que no se agota en las actividades de asistencia y educación, sino que procura la promoción de la dignidad integral de la persona humana. Buscamos la fraternidad en el Perú. Y ese es el gran llamado a todos los peruanos. No podemos estar como estamos ahora, enfrentados, el Perú está en cuidados intensivos. El papa Francisco invocó el domingo pasado a todos a una solución pacífica lo más pronto posible. Y a raíz de esta invocación es que respondí de inmediato. Tenemos que buscar una solución pacífica. Y eso pasa por buscar el bien común. Aún con el riesgo de ser criticados, de ser incomprendidos.
En la reunión que sostuvo con el presidente Castillo, ¿lo vio decidido a hacer realmente cambios? ¿Él utilizó la expresión “cambio radical” o es suya?
En realidad, es una expresión mía. Pero que respondía a lo que él manifestó. Le pregunté el miércoles pasado si está decidido a hacer ese cambio y me dijo sí. Y al día siguiente, Jueves Santo, con el doctor Max Hernández también ratificó esa misma decisión, por tanto, estábamos hablando de una confianza. Esta es la única oportunidad que tiene el presidente Castillo para salir adelante, la única, a pesar de los gritos, escándalos e insultos, que los recibo personalmente como Jesús los recibió, con humildad, pero sabiendo que lo que hemos hecho y dicho es por el bien del Perú. Lo que queremos es, como pide el papa Francisco, rehabilitar la política, y es así cuando se busca el bien de todos, no de un grupo con intereses que dañan la unidad del país.
Castillo antes ha anunciado cambios y no se han producido. Eso genera desconfianza, lo que es comprensible, ¿no?
Por supuesto, y comparto esa decepción. Hemos tenido que esperar más de 8 meses, de tumbo en tumbo, y por eso es muy difícil de creer en un cambio. Y por eso, decía yo, debe ser radical. Radical en el sentido de un cambio de rumbo cualitativo, no se trata de poner parches, se trata de renovar la estructura política del país.
No se trata de cambiar uno o dos ministros…
No, no, eso no es solución. Y el problema no es solamente el presidente Castillo, es también el Legislativo y también la sociedad civil, todos tenemos que estar unidos en un solo objetivo. Aquí estamos buscando una resurrección del país, no podemos estar en más o menos, es ahora o nunca. Dar ese salto cualitativo a una transformación de la política para que personas honestas puedan servir al pueblo que los elige.
Le exigimos cambios al Ejecutivo, pero ¿y al Congreso? También es parte de la crisis.
Sí, a los poderes del Estado, los partidos políticos, las instituciones y las diversas religiones en el Perú. Tenemos que mirar con esperanza el futuro inmediato, pero el Perú no puede esperar más. Debemos recomenzar una vida libre, independiente, pero fraterna.