Que no se confunda. Nunca antes hemos alzado nuestra voz de indignación como ahora, pero no es porque pretendamos ser inimputables, ni porque querramos evitar que los procesos judiciales en contra de periodistas se frenen.
Sucede que hemos llegado a un hartazgo tremendo, en una región en la que se descubre día a día actos de corrupción, pero en la que no se hace nada por continuar ls procesos.
Ayer, por ejemplo, fuimos al Órgano de Control Interno de la Unidad Ejecutora 400 de la ciudad de Tarapoto para preguntar por un informe que debía salir en octubre del año pasado y que ayudaría a dilucidar un proceso judicial en ciernes. Un caradura me dijo que la OCI no tiene capacidad resolutiva y que en este momento están armando el plan del año presente y que el documento estpa en revisión.
Y luego, nos vamos al Ministerio Público y nos repiten como hace siete meses que pronto saldrá la resolución de la acusación fiscal para iniciar el proceso judicial. Y así la impunidad avanza y la rueda gira al compás que manda la corrupción. Esto es sin duda indignante, un círculo vicioso que debe culminar y está en manos de todos hacerlo posible