estado de opinión
Marcelino Arévalo
@marcel_arevalo
Luego de los avatares, marchas, contramarchas previas y durante la celebración del 231 aniversario de la ciudad de Tarapoto muchas son las lecciones que habría de extraer de este “proceso”, donde se mezclaron la política, el arte la cultura que a la mayoría nos dejó con la sensación de que se pudo hacer mejor pero lo que tuvimos dejó espacio para la celebración.
Uno de los acontecimientos rescatables, desde mi punto de vista, es la presentación de la orquesta de cámara de la Universidad de San Martin, la satisfacción de ver a jóvenes universitarios con instrumentos clásicos, bajo la batuta de los también jóvenes directores de orquesta fue realmente emocionante, cuanto tiempo ha tenido que pasar para que por fin, si por fin tengamos en Tarapoto gente que decidió apostar por la música en una versión diferente, un formato totalmente distinto al que la población ha estado siempre acostumbrada, por fin las notas de un violín no nos transportaran a un velorio, como hacían nuestros antepasados para acompañar los cortejos fúnebres, hoy el violín nos remueven con sus notas agudas que llegan a lo más profundo del sentimiento, una caricia al alma.
Esta presentación marcará un hito en la historia de Tarapoto y San Martin, la formación musical en las personas va mucho más allá de lo que podemos pensar, y mientras más corta sea la edad de iniciación en el conocimiento y la preparación musical, mejores serán los resultados que esta práctica trae consigo, se trata del desarrollo de la inteligencia musical, una de la 7 inteligencias que Howard Gardner nos regaló hace ya más de 30 años en su “Teoría de las inteligencias múltiples”, que sirve hoy a los países más desarrollados para contar con personas competitivas, con empresas competitivas y con naciones competitivas, en ese orden.
Dice la teoría que la inteligencia musical se observa cuando los menores identifican con facilidad los sonidos, manifestando aptitudes para la composición musical. Un tipo de inteligencia especial que se encuentra de forma innata en todos los individuos. Y que como tal, debe desarrollarse en los procesos de aprendizaje para alcanzar una mayor integridad en el individuo, por si esto fuera poco integrar una orquesta musical es la forma más explícita del trabajo en equipo, todos aportando un poquito para que esos poquitos tengan como resultado la armonía musical, que eleva al más reacio de los espíritus.
Es por eso que considero que esta primera extraordinaria presentación de la orquesta de cámara de la Universidad de San Martin significará un antes y un después para Tarapoto, y lo mejor de todo es que se notan esfuerzos y dedicación de personas que por amor a la música son capaces de pasar por encima de los problemas y las dificultades, Tarapoto se merecía algo así y el solo hecho de pensar que aún es el inicio de algo más grande nos devuelve la fe en que nos esperan muchas mayores satisfacciones.
En lo personal, escuchar las primeras notas del vals “Tarapoto, ciudad de ensueño”, me transportó al futuro, viendo al trío los incas, con el acompañamiento de la orquesta sinfónica de Tarapoto en el moderno teatro municipal de la ciudad, total si todos coincidimos que Tarapoto es una ciudad de ensueño ¿por qué no soñar con algo así?.