Hoy en día, muchas personas dedican varias horas al uso del celular, videojuegos, redes sociales o incluso a las apuestas en línea. Estas actividades, que en principio pueden parecer una forma inofensiva de entretenimiento, pueden afectar tu salud mental si se vuelven compulsivas o difíciles de controlar.
Es importante tener en cuenta que la mente, al igual que el cuerpo, necesita equilibrio. Si una actividad empieza a generar ansiedad, malestar al intentar dejarla o interfiere con otras responsabilidades, puede transformarse en un problema. Lo que al comienzo fue distracción, puede convertirse en una dependencia emocional o incluso en una adicción.
Uno de los ejemplos más claros es el de las apuestas en línea. Cada vez más jóvenes y adultos en Perú participan en plataformas digitales para apostar en deportes, juegos de casino u otras modalidades. Aunque no todos desarrollan una conducta problemática, hay quienes terminan apostando con frecuencia, sin poder detenerse y sintiéndose frustrados por ello.
Especialistas en salud mental advierten que la llamada ludopatía, o adicción al juego, es un trastorno que puede traer consecuencias económicas, familiares y emocionales. Algunos signos de alerta incluyen: apostar más dinero del planeado, mentir sobre el tiempo o el dinero que se invierte en el juego, y sentir ansiedad o culpa después de hacerlo.
En las regiones del Perú en las que el acceso a internet ha crecido en los últimos años, es importante hablar de estos temas sin prejuicios ni vergüenza. Muchas personas no reconocen que tienen un problema hasta que las consecuencias son evidentes: discusiones familiares, pérdida de ahorros, bajo rendimiento académico o laboral, entre otros.
Si crees que tú o alguien cercano podría estar atravesando una situación así, existen formas de actuar. Informarse es el primer paso para saber qué hacer si crees que tienes un problema con el juego. Hay muchos consejos y recomendaciones útiles para retomar el control aun en las primeras etapas de la ludopatía.
También es fundamental observar si otras actividades cotidianas están siendo desplazadas por el uso excesivo de tecnología o el juego. Si una persona deja de reunirse con amigos, pierde el interés en sus pasatiempos o empieza a aislarse, es momento de prestar atención. No se trata solo de un mal hábito, sino de una posible señal de alerta sobre su bienestar emocional.
Es clave destacar que este tipo de problemas pueden afectar a cualquier persona, sin importar su edad o situación económica. A veces, incluso quienes tienen éxito en su trabajo o estudios atraviesan dificultades en silencio. Por eso, fomentar el diálogo y brindar información confiable es una forma de ayudar.
Cuidar la salud mental no es solo acudir a un especialista cuando el problema es grave. También implica prevenir, establecer límites y hablar abiertamente sobre lo que nos preocupa. Actividades como el deporte, la lectura, pasar tiempo con la familia o salir al aire libre ayudan a mantener un equilibrio sano.
Reconocer un problema a tiempo no es una debilidad, sino un acto de valentía.