“Si nuestro cuerpo es el templo del señor, entonces que entren todos los feligreses”. Ella es experta en reconocer las voces, y tiene mucho cuidado en no decir nombres, llama a todos con adjetivos cariñosos. Angélica Villón está causando un revolcón al buscar apretadita una curul en el congreso. Es puta decente y quiere un burdel respetable en el parlamento.
La política es una prostituta, y de las mejores. Nos mira desafiante, sabedora de que está ganando la más malvada de las partidas. Baila con sensuales movimientos y mientras se despoja de sus trapos, se entrega de cuerpo entero al mejor postor. Vomita falsas promesas en su borrachera de poder y de dinero, sobre nuestro ánimo y nuestra esperanza.
Transacción comercial en donde se vende un pedazo del cuerpo para un minuto de placer, esa es la prostitución. El oficio más antiguo, el más fácil escape, y la peor tortura de amar.
La fiesta interminable y exclusiva está por terminar. Estamos en un proceso de resaca por la embriaguez. La adorada política se ha transformado en un tema de “lucas” más o “lucas” menos, es decir, en un asunto comercial.
La prostituta tiene el rostro de campaña electoral: Denuncias, tachas, marchas, lavados de dinero, operaciones con nombres de película de Hollywood. Nos va robando, lenta y cruelmente, frente a nuestro mirar desorbitado, la capacidad de reacción es casi nula. Detrás de cada cargo hay una boca cerrada, una mano abierta, un sobre y una promesa secreta.
Se ha instalado en su rico burdel con intención de ser una inquilina perpetua. El juego trata en sobrevivir y respirar el aire de alquiler que sabemos se agotará cuando la prostituta lo decida.
El pantano en el que vivimos nunca antes ha sido tan sucio. La sociedad está atónita viviendo la catástrofe de una contienda que cada día ofrece testimonios para ese circo por el que pagamos y somos espectadores.
Angelica Villón, la puta decente, es quizás una de las pocas que tiene los huevos bien puestos, los conoce tan bien, sabe de lo que se trata. Propone tener un burdel respetable en el congreso, lleva con orgullo el ser trabajadora sexual y a como dé lugar ella quiere su curul, pues asume tener uno muy bueno que le dio jugosas cantidades de dinero en sus 51 años.
Pablo Macera señaló: “El Perú es un burdel”. El historiador nos condenó a todos a convertirnos en simples habitantes de un prostíbulo. Pero la cosa no quedó ahí, con el tiempo, ante la inquisitiva pregunta de Marco Aurelio Denegri sobre esta frase, el psicólogo Baldomero Cáceres refutó lo siguiente: “Macera se equivoca. Los burdeles son lugares bien organizados”. Con lo que zanjó el tema. Es muy probable que la candidata Villón no haya leído a Pablo Macera, Denegri o Baldomero.
El país está de cabeza, la política ha embrutecido el cerebro de muchos, las expresiones politiqueras por militantes es tan fanática que nadie puede decir lo que piensa sin sentirse amenazado, sin recibir patadas, puñetazos y un amor desmedido, pero con ansias de matar.
En las farmacias del país se debe haber agotado el gravol: a todos les apesta esta campaña y todos quieren vomitar. El domingo se cierra la primera parte de esta escena y en medio de tantos ladrones sinvergüenzas, lobistas y los ya conocidos come oros, cuida madres, roba claves, como pollos, lava pies; quizás la “puta decente”, pueda ser tu mejor opción. Porque yo, ya me di por vencida…