🌫️ 22.6 °CTarapotolunes, diciembre 1, 2025
1 PEN = 0.297 USD|1 USD = 3.366 PEN

Consolidar a las familias

La consolidación de la familia debe ser política de Estado y no un tibio discurso. El tema no debe ser una opción más de algún gobierno. Si existe predisposición de alcanzar desarrollo sostenible del país, la familia humana debe ser sólida y cada vez más fortificada. Normas nacionales deben cubrir vacíos sociales que la contraponen. Las generaciones que van emergiendo estarán en medios sociales, culturales y ambientales de primer nivel.

En términos espirituales, la familia espiritual modelo es la Santísima Trinidad: Padre, Hijo, Espíritu Santo, donde los tres integrantes son uno solo. La familia humana espiritual ideal está conformada por: José, María y Jesús, donde papá y mamá han entregado su vida completa a su Hijo Jesús. ¿Cuánto de esa entrega ahora damos nosotros a nuestros hijos? ¿Será posible que aumentemos siquiera un poco más de nuestro “limitado” tiempo a compartir con ellos? Los padres casi siempre estamos ocupados con los “amigos”, con el licor, algunos con la droga, con la amante, que ya no hay tiempo para dedicar a los hijos. Creemos que atendemos bien al hijo cuando no le hacemos faltar un pan, vestimenta, estudio, regalos y algunos caprichos tontos y superfluos. El hijo no es una mascota al que generalmente le damos la comida, mientras nosotros hacemos nuestros caprichos. El hijo es sangre de nuestra sangre, carne de nuestra carne, es la representación misma de nuestro Dios, de nuestro Señor Jesucristo, es uno de nuestros seres más queridos, que El Señor nos ha regalado y encargado su formación por solo una década y media, hasta que sus “plumas” se fortalezcan y puedan “elevar” su propio vuelo, encontrarse con su pareja y formar su nido. ¿Habrá padres que no quieran a sus hijos? ¿Habrá hijos que no quieran a sus padres? Los padres son los mejores ejemplos de sus hijos. ¿Qué hijo no se regocija vivir bajo el calor familiar de sus padres y hermanos? ¿Qué hijo no goza hasta el extremo cuando sus padres expresan su amor? Supone que fue engendrado bajo el influjo de ese tórrido amor y se siente fruto sagrado de ese “puro” amor paternal. Lamentablemente, las frías cifras nos quitan la engañosa careta. En reunión de jóvenes, cerca al diez por ciento afirma que no es fruto del amor de sus padres. Casi la mitad no vive con sus padres. Otra parte significativa de jóvenes, indica que jamás conversa con sus padres porque ellos siempre están ocupados en sus “cosas”. Como se ve, las familias están cada vez en franco desmoronamiento; y al parecer, las sociedades no consideran la consolidación de las familias en sus ajustadas agendas materialistas.

La consolidación de las familias, como política de Estado, debe considerar entre otros temas, cultivar la cultura de los valores, del absoluto respeto entre los padres, respeto mutuo entre los integrantes de la familia. Alcanzar al nivel de vida espiritual de la familia, tanto de sus integrantes, como de su aposento y sus caminos. El Espíritu de Dios debe llenar los corazones de padres e hijos, así como el domicilio y los caminos que recorren a diario. El trabajo del Estado debe consistir en consolidar éste paso importante, que debe estar a la cabeza de la agenda de trabajo; es decir, espiritualizar la sociedad, mediante la espiritualización de los integrantes de las familias. La economía de la familia y del Estado está bien, pero no solo se necesita de economía para estar feliz, se requiere de todas maneras, amor entre los integrantes de la familia, entre las personas de la sociedad. La sociedad actual está saturada de tontos materialismos, los proyectos están basados solo a la economía. Si bien es un importante indicador medible, pero no es el único. Cuántos miles de millones se mueven a nivel nacional y del mundo; y cada vez vemos más delincuencia, más pobreza, menos satisfacciones personales, más hambre, menos agua, menos recursos naturales y estamos convirtiendo el planeta tierra en fuego candente inhabitable. A todas luces, las políticas materialistas siguen conduciendo al mundo a su completa destrucción.

Las presentes y futuras generaciones necesitan familias sólidas, de padres cuerdos, que necesitan mirarse, asimismo, decididos a arrepentirse de su desastrosa vida mundana; y, sobre todo, con la convicción de cambiarse a una nueva forma de vida cristiana, que por supuesto con una llegada bastante difícil, con un recorrido dificultoso. Para llegar se requiere entereza y firme decisión; para mantenerse se necesita perseverancia. Pero, los frutos de ésta nueva forma de vida son Gracias que sacian de grandes satisfacciones familiares. Que éstas transformaciones sean por quienes más amamos: los hijos. Que sean consideradas como siembras de pequeñas semillas de bondad, que con seguridad darán grandes frutos que se cosecharán en la pronta llegada de la senectud.

Comparte esta publicación:

Facebook
X
LinkedIn
WhatsApp