La homofobia es la “aversión obsesiva hacia las personas homosexuales”. Así lo define el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Es el rechazo, odio y repugnancia a los homosexuales. Por lo tanto cualquiera que se llame cristiano y tenga una obsesiva aversión hacia quienes practican la homosexualidad (incluyendo lesbianas, bisexuales, transexuales, etc.), siendo incapaz de tratar con ellos, despreciándolos por su condición de tales, o incluso llegando a manifestar su odio con insultos o más; entonces cumplo con el penoso deber de informarle que de cristiano sólo tiene el nombre, pues de carácter cristiano le falta demasiado. Jesucristo pidió a sus seguidores que amen a todos, que no discriminen a los que son diferentes, que saluden aunque no sean correspondidos, que respondan de buena manera, que paguen con bien aún el mal que alguien pudiera hacerles y hasta enseñó a orar por los enemigos… El amor es la marca de los verdaderos creyentes. Como dijo el apóstol Juan*: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”.
Dios ama a todos los hombres y mujeres. Así lo enseña la Biblia. Y los ama cualquiera sea su condición, sin importar lo que hagan o dejen de hacer, pues “el es amor”. Los creyentes hemos sido llamados a proclamar y mostrar su bondad con palabras, con la vida y hasta con la mirada. Podemos no estar de acuerdo con su conducta, tendremos ciertas opiniones irreconciliables (al igual que en muchos otros temas y con muchas otras personas), pero eso no debe ir en desmedro del amor y la verdad. Pues para los cristianos, amar es también decir la verdad. Esa verdad registrada en las Escrituras Bíblicas, enseñada por los apóstoles y que hemos aceptado y seguimos.
Y aquí viene el “problema”, pues cuando los cristianos enseñamos lo que dice la Biblia respecto a la conducta homosexual, muchos se ofenden, se sienten agredidos, nos acusan de discriminación, de fomentar el odio y hasta de ser homofóbicos. Lo cual no es cierto. Es una desproporcionada reacción en medio de la libertad de expresión y tolerancia que debiéramos vivir en el país. No es homofobia enseñar que Dios ama al homosexual a pesar que no aprueba su conducta y que además le ofrece un cambio. Los cristianos no aprobamos muchas otras prácticas como el abuso de bebidas alcohólicas, las fiestas desenfrenadas, las uniones heterosexuales previas al matrimonio o fuera del mismo, y no por eso somos “fiestofóbicos” ó “adulterofóbicos”. Tampoco podemos imaginarnos a alguna fábrica de condones o compañía de licores haciéndonos una demanda por atentar contra sus intereses.
Los cristianos (porque lo leemos en la Biblia y lo corroboramos viendo la naturaleza), siempre defenderemos y promoveremos la unión heterosexual y dentro de un compromiso civil y/o religioso. Por supuesto que no vamos a obligar a nadie a cambiar de opinión, ni vamos a discriminar a quien no comparte nuestra convicción; pero de la misma manera que respetamos y toleramos la opinión diferente, esperamos también ser oídos y respetados. Nadie debiera pretender callarnos y menos impedirnos enseñar lo que la Biblia dice. El mensaje de Jesucristo que se encuentra en la Biblia, no promueve la homofobia. Que nadie promueva la “cristianofobia”
El mensaje que los cristianos entendimos y compartimos con todos (sin importar si son homosexuales o no) se llama “Buenas Nuevas”, y fueron dadas por un Dios de amor, que sabe más que nosotros y en quien debemos confiar. Todos deberíamos prestarle atención, creerle, y acomodar nuestra vida conforme a su voluntad.