FOLKLORE MÍTICO DE SAN MARTÍN
FOLKLORE.- (Inglés) Folk = pueblo. Lore = ciencia. Conjunto de leyendas y tradiciones populares. Conocimiento, estudio de las leyendas y tradiciones populares. Nombre por W. Flores (1846) al conjunto de costumbres, mitos, supersticiones tradiciones etc., que constituyen el acervo tradicional del pueblo, también a la ciencia que lo estudia. Nació como ciencia el S. XIX. El Romanticismo revaloró las tradiciones populares; los estudiosos lo tomaron en consideración; la curiosidad por lo popular se extendió a otras materias tales como las canciones, danzas, fórmulas mágicas medicinales, creencias. En la actualidad abarca un campo muy amplio, precioso auxiliar de los etnólogos e historiadores.
FOLKLORE AMAZONICO DE SAN MARTIN.
La riqueza imaginativa del pensamiento mágico-religioso de la Amazonía peruana recién está siendo estudiadas. Allí está puro lo maravilloso, lo mágico unido al paisaje que tanto influye en el comportamiento del hombre selvático. Pero es ley de evolución social e histórica que llegue el forastero, se mezcle, aprenda y enseña y todo se hace mancomunado.
La idea – sentimiento de un dios del bien es connatural a todos los seres humanos. No es patrimonio de una cultura determinada ya que el sentimiento religioso brota puro del limpio corazón humano.
Los incas no tuvieron santos. Es la religión cristiana la que introdujo esa fe y ese culto. La mezcla racial lo vino acentuando y ahora somos un país católico en su mayoría. Sin embargo, hasta en estas manifestaciones religiosas también se da lo mítico a tal punto que resulta muy difícil separar o distinguir entre lo religioso y lo legendario. Son muchas las anécdotas también que se tejen en los cuentos folklóricos. Estos no sólo sucede con nosotros sino indistintamente con todo grupo cultural. Es una mixtura en la que el sacerdote hace lo posible, por separar, digamos, “la paja del trigo”, protegiendo la fe. Sin embargo la creencias se impone, lo cual nos muestra el modo de ser, el comportamiento del creyente, más que la enseñanza misma de la fe. ¿Fue cierto o no la siguiente historia?
EL CRISTO DE LA BOFETADA.
Es de todos conocida la leyenda de el santo Cristo de Bagazan, el Cristo – niño que Manuel Aspajo encontró en una cueva cuando regresaba de las serranías de Chachapoyas conduciendo dos bueyes. Maravillado, lo descubrió sobre un banco de piedra que daba la apariencia de un altar cuenta Rosario Mori (Rioja), lo guardó acomodándolo en una petaca grande de totora e inmediatamente se apresuró a Rioja llevando su misterioso hallazgo para sorpresa y gran admiración de los pobladores que, ese mismo día echaron las bases de su iglesia. Desde entonces una gran afluencia de devotos van a consagrar al Cristo oraciones de gratitud por los beneficios recibidos, o pedirles prosperidad en los negocios, mejoría de salud, buen tiempo para las plantas, buenas cosechas y todos coinciden en que es muy milagroso.
Muchas historias se tejen alrededor de esta singular imagen. Cuando visitamos a un colega durante las fiestas patronales y vimos en su anda desfilar al santo, una viejita de ojos oblicuos y saltones captó nuestro interés periodístico y nos contó una historia – de años atrás- en momentos en que descansaban la imagen junto a una casa de la esquina del pueblo.
En breves momentos en que las feligreses se descuidaron libando unos cuantos tragos de aguardiente, de repente, escucharon un golpe seco y vieron caer aparatosamente al suelo.
¡Ay, el santo me ha golpeado!
¡El santo me ha lapeado; ay! ¡ay!
¿Pero que dices muchacho?
¿Cómo te va a hacer eso el Cristo?
¡De seguro que está mintiendo, como siempre lo haces!
¡No! ¡No! El Cristo me ha lapeado. Vamos a ver muchacho ¿Por qué había de hacerte eso el Cristo?
Cuando él es todo amor y compasión?
¡Vamos, dinos!
-Es que me miraba tan fijamente y parecía tan real y humano que me acerqué para buscarle bajo sus vestimentas a ver si tenía pico (pene). Fue entonces cuando sentí el bofetón ¡Ay, ay, ay!
La procesión continuó y la viejilla nos despidió con su ojos oblicuos, amenazantes y maliciosas; “verdad de Dios” nos dijo, y con cólera se refirió al chico.
¡Habrase visto tal atrevimiento, tanta majadería. Y se mezcló entre la multitud.