Ricardo Uceda, en el libro Muerte en el Pentagonito, narra con lujo de detalles esta acción del grupo Escorpio, que posteriormente tomó el nombre de Grupo Colina
Muerte en el Pentagonito
Capítulo 9
El Grupo Escorpio
A mediados de agosto de 1988, el flamante Grupo Escorpio viajó a Tarapoto, sede del cuartel general de operaciones del Ejército en la selva peruana. Su misión era hacer un estudio de la subversión en la ciudad y sus alrededores. Desde el nacimiento del equipo, el Servicio de Inteligencia del Ejército les encargó este tipo de análisis, inicialmente en Lima y después al interior del país. En cada lugar, como destacamento de inteligencia, también hacían otros trabajos, En Tarapoto por ejemplo, el general Rafael Moral, jefe político milital del Frente Huallaga, les pidió escarmentar a Víctor Roca, vocal de la Corte Superior de San Martín. A su juicio, protegia terroristas. El escarmiento se produjo el día 20, en la forma de una carga de dinamita que estalló en la puerta de su casa.
El siguiente trabajo no estuvo exento de sobresaltos, y los hizo regresar a Lima precipitadamente. El general Moral quería dinamitar la casa de Lucas Cachay, el ultraizquierdista presidente del Frente de Defensa de los intereses de San Martín. Con este propósito los del SIE comenzaron por hacer el reconocimiento de la vivienda. Pero en esta ciudad pequeña.no llegaba a los ochentamil habitantes-los forasteros saltaban a la vista, y despertaron la curiosidad de la Policía local, interesada en hallar a los agresores del juez Roca. El 25 de agosto, cuando faltaban pocas horas para atentar contra Cachay, era evidente que policías vestidos de civil los seguían por todas partes.
La noche del 26 de agosto, con la carga de dinamita en una bolsa, se sentaron a comer en la pollería La Pascana, a media cuadra de la plaza de Armas, haciendo suficiente bulla para llamar la atención de los policías.
A las nueve de la noche pidieron la cuenta y salieron lentamente. En la calle antes de que sus vigilantes se percataran, Sosa tomó una motocicleta que un agente del cuartel le tenía reservada, y partió a toda velocidad, con Martin en el asciento trasero. Dos minutos más tarde estaban frente a la casa de Lucas Cachay. Martín bajó, puso varios cartuchos de dinamita con la meche encendida
en el afeizar de una ventana, y se volvió a montar en la motocicleta. Demoraron otros dos minutos en regresar a la plaza de Armas, donde el grupo que salió de la pollería la cruzaba, en camino al bar el Loro Borracho, en una esquina predeterminada entregaron el vehículo a otro agente del cuartel, y se integraron a la marcha a tiempo para que ingresaran todos al bar. Al instante vieron llegar a tres policías vestidos de civil que reemplazaban a los del restaurante. Esto no les preocupaba, sino la bomba, aún no estallaba.
Pero estalló. La mecha que emplearon era larga, como para seis minutos. Martín la había encendiddo faltando dos cuadras para llegar. Como se supo después, Cachay se dio cuenta que había cartuchos de dinamita en su ventana, los lanzó al centro de la calle y luego intentó inutilmente apagar la mecha sumergiéndola al agua. La explosión se produjo cuando ingresó a su vivienda por más líquido. La fachada de la casa quedó rajada aunque no hubo víctimas. La cuadra se llenó de policías, y un par de ellos fueron hasta el bar El Loro Borracho, a interrogar a sus colegas que vigilaban a los forasteros. Para disimular, aceptaron sendos vasos de cerveza, pero su diálogo fue percibido por Jesús Sosa mientras recibían la información.
¿En ningún momento los perdieron de vista?-preguntaba uno
-No en ningún momento- respondía otro.
Al día siguiente, como el asedio policial continuara, temieron ser detenidos antes de tomar el avión a Lima. Para distraer a los policías almorzaron en un restaurante de la ciudad, sin equipaje y la pachorra de quienes van a quedarse una eternidad por esos lares, mientras un oficial del cuartel los registraba en el aeropuerto. Tomaron un taxi con el tiempo justo para abordar el avión, y los policías llegaron sólo para verlos subir.