Los hechos recientes como el borrado de murales en Lima por orden del alcalde, han vuelto a poner sobre el tapete el viejo debate sobre si la cultura, el arte, la filosofía o el SABER en general, son de necesidad indispensable para la vida de las personas en nuestra sociedad, o si solo son elementos sin importancia fundamental más que por esnobismo de algunos intelectuales.
Como expresa el escritor José Carlos Yrigoyen: “Si Castañeda anuncia muy suelto de huesos que borrará todos los murales de Lima es PORQUE SABE BIEN QUE UNA ENORME MAYORÍA DE LIMEÑOS NO TIENE PROBLEMAS CON QUE ESOS MURALES DESAPAREZCAN; es más, está de acuerdo porque esos murales no sirven, no alimentan, no son obras utilitarias, van en contra del espíritu pragmático que el peruano ensalza y exige desde la época de Fujimori.”
“El peruano mira con total desconfianza al SOCIÓLOGO, AL ESCRITOR, AL PINTOR, AL POETA O A CUALQUIER ARTISTA O INTELECTUAL. ESTÁ CONVENCIDO DE QUE LO QUE HACEN NO TIENE NINGÚN VALOR O UTILIDAD, que los que ejercen esos oficios son unos vagos, que el hecho de dedicarse al arte, al pensamiento o a la reflexión no tiene mayor importancia frente a la acción y al cemento. (…) Ve al intelectual o al artista como algo lejano a su realidad, y en el fondo no se equivoca: la gran mayoría de intelectuales peruanos de hoy es incapaz de crear liderazgos, de hacer un genuino esfuerzo por entender a la gente de a pie. La interpreta según sus conveniencias ideológicas o de cualquier otro tipo, intenta un acercamiento a la realidad mediante ellas e irremediablemente fracasa. El peruano no valora al intelectual desde hace muchos años: no por nada un desconocido rector y conductor de un programa emitido a las seis de la mañana [Ing. Alberto Fujimori] venció con holgura a nuestro máximo intelectual, Mario Vargas Llosa, en las elecciones de 1990. Solo ese hecho debió hacer reflexionar al intelectual y al escritor peruano sobre su verdadera influencia social. Un cuarto de siglo después, sigue encerrado en su mundo, aislado de la realidad y reacio a comprenderla más allá de sus convicciones. Los resultados los podemos ver todos.”
Ciertamente ha “corrido mucha tinta” sustentando la “necesidad indispensable” del Saber y la cultura en general (ciencia, arte filosofía, didáctica) y no pretendo escribir algo que no se haya escrito ya, en alguna parte o momento, sin embargo pienso que es bueno recordar lo que el SABER -en sí y por sí – nos otorga, aunque pienso que el hecho de llegar al punto de tener que sustentar o explicar la importancia del SABER es ya un hecho vergonzoso que demuestra el estado actual de decadencia general en que ha caído nuestra sociedad tanto por parte de los “intelectuales” como por parte de la opinión pública de las mayorías.
Y es que la mentalidad utilitarista, “pragmática” y pseudo epicúrea (basada en el placer) de nuestros días ha reducido al SABER a ser un simple instrumento de obtención del CONFORT físico, mental o emocional; y todo aquello que no signifique algo tangible para la obtención de ese confort pierde –irremediablemente- demanda o “rating” y –a menos que fundamente suficientemente aprisa su validez “pragmática”- corre peligro de ser desechado de las “listas de interés”. La ciencia ha llegado a ser buscada y a tener validez EXCLUSIVAMENTE por su utilidad tecnológica que a su vez nos de mayor confort material. El Arte ha sido reducido a un simple “divertimento”, adorno, espectáculo o “válvula de escape” emocional luego de la atosigante jornada laboral de la semana o como un artículo decorativo para exhibir mejor en nuestra casa. Lo mismo se podría decir de la filosofía que casi ha sido borrada de los cursos de las escuelas y universidades y de la EDUCACIÓN que ha sido reducida a un simple requisito para el supremo objetivo de obtener dinero y así tener más probabilidades de supervivencia.(!)
En ese sentido exclamaba poderosamente el Maestre Dr. David Juan Ferriz Olivares parafraseando a Jesús el Cristo: “El ataque a la Inteligibilidad ya la intelectualidad es la cultura de los incultos, los cuales SON LEGIÓN…”.
De ahí que podemos decir que el saber y la cultura nos permiten LIBERARNOS de la esclavitud de la ignorancia que nos hace a la vez, esclavos de quienes conocen más y nos manipulan a su antojo haciéndonos pensar que somos libres. El Saber y la cultura nos DESALIENAN, es decir nos permiten retornar a nuestra verdadera naturaleza de seres humanos y más aún, nos permite llegar a ser HOMBRES y MUJERES verdaderos con todos los derechos y deberes que ello implica. El saber nos otorga la realización de nuestra individualidad, realización que está indisolublemente ligada a todo lo que nos rodea. El saber nos permite cumplir con una de las leyes fundamentales –y la más descuidada en nuestra sociedad- que es la LEY DE LA ASCENCIÓN DEL ESPÍRITU por la cuál el hombre y la mujer deben descubrir, comprender y poner en acción su CONCIENCIA SUPERIOR (espíritu) elevándose por encima del plano animal (persona sin realización de ideales superiores) y convirtiéndose en agente verdaderamente consciente y positivo del gran organismo universal.