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miércoles, diciembre 11, 2024
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“Las dejé bien servidas”

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Muchas veces las mujeres nos sentimos atraídas por el hombre incorrecto, el más galán, guapo y seductor. Él muestra interés, hasta que obtiene lo que quiere y desaparece. Siempre suele apetecerle más de un antojo de la vida carnal.

Desde el momento en que Casanova perdió su virginidad con dos jóvenes mujeres de la nobleza veneciana, comenzó una vida llena de aventuras sexuales. Soldado, espía, diplomático, escritor, aventurero, y recordado principalmente por su autobiografía, que estableció su reputación como el héroe erótico más famoso.

Muchos hombres adoptaron el síndrome de Casanova, tienen mucho a su favor y un montón de mujeres detrás, a las cuales van usando y apilando cual vasos de colección, y son ellos, a quienes sólo les interesa pasar un buen rato sin compromiso.

Las memorias de Casanova son un relato fascinante, en el que narra sus aventuras con 122 mujeres, de acuerdo a sus propias cuentas, pero también nos ofrece un retrato íntimo de las costumbres y la vida en el siglo XVIII. No solo fue un mujeriego, sino que emprendió innumerables proyectos, empleos e iniciativas. Una vida singular.

Una noche de 1760, en la ópera de la ciudad de Colonia, una bella joven miraba al público sentada en su palco. Junto a ella se hallaba su esposo, hombre maduro y afable, pero aburrido. La joven vio a un apuesto caballero vestido con un traje deslumbrante, el desconocido besó la mano de la mujer. Ella, le dijo que iría a un baile la noche siguiente: ¿le gustaría a usted asistir? “Únicamente si puedo osar esperar, Madame”, contestó Casanova. La noche siguiente después del baile, la mujer no podía pensar más en Casanova, él parecía haberse adelantado a sus pensamientos: ¡había sido tan agradable, pero también tan atrevido!

Días más tarde él cenó en casa de la dama; y cuando el esposo de ésta se retiró a descansar, ella le mostró la residencia. Sus citas continuaron varios días. De día, ella ansiaba que llegara la noche: al fin tenía algo por qué vivir, una aventura. Días después, sin embargo, ella tuvo que hacer un viaje con su esposo. Cuando regresó, Casanova había desaparecido, tan rápido como llegó.

¿Romance? ¿Aventura? ¿El amante ideal refleja tu fantasía? ¿El experto seductor crea la ilusión que necesitas, idealizando tu imagen en un mundo de bajeza y desencanto?

El cultivo de los placeres de los sentidos siempre es el principal propósito en la vida de estos expertos seductores. Todo está bien calculado para complacer al bello sexo. Solo dura el tiempo necesario para agradar y esfumarse.

Son los hombres más galantes del mundo, estrategas por excelencia. No te ofrecerán nada, pero sabrán cómo convencerte de ser amigos con algún beneficio, hasta que se le antoje ir por otra tonta que caiga en su juego.

Entre esta clase de hombres, hay quienes cuidan mucho su imagen. No pueden quedar mal de ninguna manera, ni delante de la sociedad y menos en su trabajo, aparentan ser el presidente o príncipe de un país, que no quieren dejarse ver con una plebeya. Pero por otro lado, mientras no se deja ver contigo en público, no se aleja de ti del todo, siempre se mantiene en contacto contigo, pero no de la misma forma inicial, en donde demostraba todo su interés por ti, jajajajajaja, ¡claro, ya caíste!

Los hombres con síndrome de Casanova. Bravucones, galantes y seductores, actores de telenovela de bajo costo. Ellos alardean amar a más de una, tener a todas y a las finales están sin nadie en esas noches en donde el alma desea ser abrazado por un amante. Solos en un mundo donde reina el placer, pero que invade la soledad en sus corazones.

Casanova, terminó sus días como bibliotecario, solo y triste añorando la vida de lujos y mujeres que una vez tuvo. En sus memorias Casanova deja entrever a un hombre sensible, que amó a las mujeres de su vida y que se sentía muy solo. Un hombre que sentía un gran vacío en su vida y que intentó muchas veces ahogar en vida mundana.

Chicas de todas las generaciones, esto sólo existe en las novelas escritas por inspiraciones seductoras que embriagan el alma.

¡Sonrían!, por suerte no existen Casanovas, solo simples principiantes, que desean ser esos perfectos seductores.

¿Y tú, la dejaste bien servida, o el plato te quedó grande?

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