Desde mi condición de directora del diario regional VOCES nuestro homenaje a las mujeres del país y de nuestra región, la mujer sanmartinense a lo largo de la historia, han luchado por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo de nuestros pueblos.
La conmemoración del Día Internacional de la Mujer nos invita no sólo a recordar los esfuerzos de las mujeres, sino también a reflexionar sobre su situación actual y sobre lo que falta por hacer para erradicar las desigualdades, garantizar sus derechos y combatir con los diferentes tipos de violencia a los que son sometidas diariamente en todo el mundo.
En esta edición recogemos el pensamiento, sentir y la acción de dos mujeres naturales de nuestra región Albina Ruiz y Miryam Pinchi.
La voz de dos mujeres sanmartinenses

Albina Ruiz Ruiz fue la única mujer de su clase en la Universidad Nacional de Ingeniería, donde se especializó en ingeniería industrial, obtuvo una maestría en Ecología y Gestión Ambiental de la Universidad Ricardo Palma y un doctorado en Química de la Universidad Ramon Llull de Barcelona.
Ha organizado a más de 1.500 recolectores de residuos, creando empleo y mejorando la salud y las condiciones de vida de más de 6 millones de personas que viven en regiones rurales y urbanas pobres de Bolivia, Brasil, Colombia, México, Perú, Venezuela e India.
La mujer sanmartinense: Es el corazón de la familia y el alma y tradición de su pueblo.
Hablar de una mujer sanmartinense es hablar de fortaleza, coraje y amor por sus raíces. Albina Ruiz, con su historia de vida, es un reflejo de ese espíritu indomable. Desde su infancia en Moyobamba, aprendió que la mujer no solo sostiene la familia, sino que también es transmisora de saberes, protectora de la naturaleza y ejemplo de resiliencia.
La mujer que une y educa
Desde niña, Albina comprendió que el hogar y el trabajo eran una responsabilidad compartida. Su padre, con una enseñanza simple pero contundente, dejó claro que las labores no tienen género: hombres y mujeres pueden y deben hacer las mismas tareas. “Cuando mi hermano cumplió 17 años, le dijo a mi papá que ya no debería cocinar ni lavar la ropa. Y mi papá, sin molestarse, le respondió: ‘Cuando tu madre cocina y lava, ¿lo hace con la vagina o con las manos?’. Con esa frase, le enseñó una lección de igualdad que marcó su vida.
Pero el rol de la mujer sanmartinense no se limita a la equidad en el hogar. Ella es la columna vertebral de la familia, la que aglutina, la que contagia su energía. “Siempre digo que vivo en mi tribu”, cuenta Albina, refiriéndose a su círculo familiar. En esa tribu, la oralidad juega un papel fundamental: las historias de madres y abuelas se transmiten mientras se cocina, se cosecha o se lava en el río. Es en esos momentos cotidianos donde se forjan la identidad y la memoria colectiva.
Resiliencia y comunidad: El verdadero poder de la mujer
La historia de Albina también es un testimonio de superación. Enfrentó el cáncer con valentía, apoyándose en su fe, su familia y el amor de quienes la rodeaban. “Tenemos que aprender a escuchar nuestro cuerpo. A veces creemos que somos las salvadoras, que podemos con todo, pero no es verdad. También necesitamos pedir ayuda”, reflexiona.
Para ella, la sanación es un equilibrio entre lo ancestral y lo moderno. Durante su tratamiento, combinó la quimioterapia con remedios naturales, como el muérdago, una planta utilizada en la medicina alternativa para fortalecer el sistema inmunológico. Albina defiende esta integración de saberes y cree que las mujeres deben abrirse a todas las posibilidades para cuidar su bienestar.
Pero más allá de la salud física, la mujer también enfrenta batallas en su entorno. Albina hace un llamado a la sororidad y a la responsabilidad social ante la violencia de género. “No puedo entender cómo hay mujeres que saben que a su vecina la golpean y no hacen nada, que ven cómo se maltrata a un niño y guardan silencio”. Para ella, el cambio empieza en la comunidad, en la decisión de no callar y en la construcción de redes de apoyo.
Volver a las raíces, recuperar la esencia
A pesar de los años y los desafíos, Albina nunca ha dejado de mirar hacia su tierra. Siempre vuelve a la Amazonía, porque ahí están sus raíces, su esencia, su fuerza. “No sé por qué hemos ido perdiendo eso”, se pregunta. Su historia nos recuerda que la verdadera riqueza está en la identidad, en el sentido de comunidad y en la capacidad de resistir sin perder la ternura. Albina nos enseña que solo cuando nos reconocemos en nuestra historia, podemos avanzar con firmeza hacia el futuro.
Miryam Pinchi Daza es una destacada líder social en la región San Martín, reconocida por su labor filantrópica al frente de la asociación «Manos Unidas». En el año 2004, durante su gestión como presidenta del Comité de Damas del Colegio de Ingenieros del Perú, filial San Martín, fundó «Manos Unidas» junto a un grupo de 30 mujeres comprometidas con el servicio a la comunidad.
La organización se ha dedicado a brindar apoyo a personas de escasos recursos, especialmente en el ámbito de la salud. «Manos Unidas» ha atendido aproximadamente dos mil casos, incluyendo pacientes con leucemia, cáncer de mama, VIH, desnutrición infantil y víctimas de violencia sexual, entre otros. La trayectoria de Miryam Pinchi Daza es un ejemplo de altruismo y dedicación al servicio de la comunidad, consolidándose como un pilar fundamental en la labor social en la región San Martín.
Para Miryam Pinchi Daza de la Asociación “Manos Unidas”

Mujeres de San Martín: Lucha, Corazón y Esperanza para el Mundo
La mujer sanmartinense es sinónimo de lucha, resistencia y amor inquebrantable. Desde el momento en que lleva un hijo en su vientre, su vida se convierte en una constante batalla por darle un futuro mejor. A pesar de las adversidades, su fortaleza y dedicación son el motor que impulsa el desarrollo de sus familias y comunidades.
Con una determinación inquebrantable, estas mujeres madrugan cada día para trabajar, vender café, tamales, frutas o cualquier producto que les permita llevar sustento a sus hogares. Desde las primeras horas de la madrugada, ellas toman un transporte, recorren largas distancias y trabajan incansablemente para asegurar el bienestar de sus hijos. Su esfuerzo se refleja en generaciones de profesionales que han salido adelante gracias a su sacrificio, porque detrás de cada éxito siempre hay una madre que nunca se rindió.
Familia y Educación: Cimientos de una Sociedad Más Fuerte
El rol de la mujer va más allá del trabajo diario; es el pilar fundamental en la educación de sus hijos. Muchas se han formado en colegios e institutos, convirtiéndose en destacadas secretarias, técnicas y profesionales que hoy demuestran que el conocimiento y la determinación no tienen límites. Pero su aprendizaje no se detiene en lo académico: desde la infancia, se les inculca la solidaridad, la expresión y el compromiso con su comunidad.
Las mujeres han sido y seguirán siendo el corazón de la familia. Son ellas quienes enseñan con el ejemplo, transmitiendo valores como el respeto, la perseverancia y la unión. A pesar de los desafíos, continúan apostando por la educación de sus hijos, por su crecimiento personal y por la construcción de un futuro mejor para todos.
Solidaridad y Resistencia: La Fuerza de la Mujer
El trabajo social de la mujer no se detiene. Durante años, muchas han brindado apoyo a víctimas de violencia, denunciando abusos y acompañando a quienes más lo necesitan. Han acogido a niñas en situación vulnerable, han dado refugio a madres jóvenes y han velado por el bienestar de niños huérfanos a causa de la violencia de género. La mujer no solo da vida, sino que también la protege y la dignifica con su entrega incondicional.
En cada rincón de San Martín, hay mujeres que trabajan por el bienestar común sin esperar nada a cambio. Desde quienes organizan donaciones, apoyan en emergencias o defienden los derechos de otras mujeres, su labor es un pilar fundamental para el progreso de la sociedad. Sin ellas, el mundo no avanzaría.
Mujeres que Transforman el Mundo
«Haz el bien y cierra los ojos«, dice un antiguo refrán. La mujer nunca deja de ser madre, nunca deja de luchar, y su trabajo, muchas veces silencioso, es la base sobre la que se construyen comunidades más justas y solidarias.
Su fortaleza, su amor y su incansable espíritu de lucha merecen ser reconocidos y valorados todos los días. Porque donde hay una mujer decidida, hay esperanza, hay familia y hay un futuro lleno de posibilidades.