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lunes, abril 21, 2025
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Día Mundial de la Biodiversidad y la Amazonía en “un punto de no retorno”

“Un 1 millón de especies están amenazadas en el mundo. Una de cada 10 especies puede desaparecer antes de fin de siglo. El 69 por ciento de la fauna silvestre ha disminuido desde 1970”.

“La supuesta modernidad occidental es analfabeta. Ya no saber leer el gran libro de la naturaleza. Peor que eso: lo está destruyendo, incendiándola y convirtiéndola en cenizas”.

Por Róger Rumrrill

El pasado el 22 de mayo celebramos el Día Mundial de la Biodiversidad. Esta vez, en medio de verdaderas tragedias humanas relacionadas con la naturaleza: las diluviales inundaciones en Río Grande do Sul, Brasil, desbordes fluviales en Afganistán e Indonesia y otros países; olas de calor infernal, pavorosos incendios y otros extremos climáticos con dolorosas e irreparables pérdidas de vidas humanas y colosales daños materiales.

Para los negacionistas a ultranza del cambio climático-Jair Bolsonaro, Javier Milei y Donald Trump, entre otros-estas catástrofes son “naturales”. Pero la ciencia y la propia realidad están demostrando y probando que el cambio climático y la destrucción de la biodiversidad y de toda la naturaleza provocadas por el Antropoceno, una nueva era geológica de origen humano, son las causas de este apocalípsis.

Las cifras del apocalípsis de la biodiversidad.

Las consecuencias en la Amazonía

En el caso de la cuenca amazónica, que está llegando al “punto de no retorno”, las cifras son de pesadilla. Debido a la deforestación y degradación del bosque la Amazonía pierde entre 50 a 200 millones de toneladas de carbono al año.

Se estima que el 49 por ciento de las emisiones son resultado de la deforestación y el 25 por ciento por los agronegocios, los latifundios de soya, café, palma aceitera y otros monocultivos que se ahora se expanden en toda la Amazonía. Al final de cuentas, son la misma causa: porque se deforesta para la instalación del modelo del agronegocio en Brasil y el resto de la cuenca amazónica.

El bosque amazónico atesora una de las mayores biodiversidades del planeta. Es, asimismo, la mayor fábrica de agua dulce del mundo: produce el 31% del agua dulce del planeta. Más de 800 millones de personas, en el mundo, viven de los bosques tropicales y de su biodiversidad.

Proteger y conservar la biodiversidad, salvar la vida en la Tierra

Se necesitan, urgentemente, 700 mil millones de dólares para proteger y conservar la biodiversidad han dicho los expertos en la COP 15 Sobre Biodiversidad Biológica, en octubre de 1921, en Kunming, China. No existen esos fondos. Pero hay recursos ingentes para financiar la producción de petróleo. Los bancos han prestado a las empresas que deforestan el planeta 267 mil millones de dólares en años recientes. (Forest and Finance).

Todos los informes científicos más serios y rigurosos coinciden en afirmar que los cuatro mayores riesgos globales del planeta Tierra y de sus habitantes, además de las guerras genocidas y las pestes y patógenos que, en su mayoría, provienen   del bosque y la biodiversidad devastadas, son cuatro: los eventos climáticos extremos, los cambios críticos en los sistemas de la Tierra, la pérdida de la biodiversidad y el colapso ecosistémico y la escasez de los bienes de la naturaleza, conocidos como recursos naturales.

¿Cuáles son las respuestas frente a estos vaticinios irreversibles?

En la práctica y en los hechos no hay respuestas. Los acuerdos de las 28 COPs son, casi siempre, acuerdos no vinculantes y por lo tanto sin ejecución y cumplimiento. En todo caso, la mayoría de los acuerdos forman un mapa de soluciones falsas. Es la opinión de la mayoría de los expertos en el tema. Tales como la economía verde, compensación de carbono, combustibles sintéticos, soluciones basadas en la naturaleza.

Todas estas “soluciones” han sido planteadas y formuladas por las corporaciones de la energía fósil, petróleo, gas y carbón, las transnacionales de la conservación, la banca y los gobiernos habitualmente rehenes de las multinacionales.

Una señal de que los críticos de estas falsas soluciones tenemos razón, es la moratoria a los mercados de carbono propuesta por Francisco Calí Tzay, Relator de las Naciones Unidas sobre Pueblos Indígenas, señalando el riesgo de que las corporaciones utilicen esta figura para compensar, en vez de reducir realmente las emisiones comprando créditos de carbono para planes que involucren tierras indígenas.

A ese cuestionamiento hay que agregar, un pronunciamiento suscrito por 34 destacados científicos que cuestionan la validez de las compensaciones de CO2, “porque la mayoría de estas compensaciones voluntarias de carbono actuales no son sólidas ni capaces de neutralizar las emisiones de combustibles fósiles”.

En una Amazonía dividida, con gobiernos con políticas extractivas, primario-exportadoras y de desarrollismo fósil, los dos únicos gobiernos con visiones amazónicas integradoras, defensores de la biodiversidad y de los pueblos indígenas y de un desarrollo económico sostenible, los gobiernos de Gustavo Petro, de Colombia, y de Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, pueden y deben liderar un proceso de unidad para la construcción de una bioeconomía y de una Amazonía como espacio estratégico geopolítico, geoeconómico en el distópico siglo XXI.

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