En el último CADE Educativo llevado a cabo en Lima hace unos cuantos días atrás, una nueva frase remeció el ambiente, no sé exactamente si calificarla como para el olvido, la vergüenza o si mejor es cuestión de silbar mirar al techo y pasar como si no la hubiéramos oído jamás, claro que si la escuchas en la calle a cualquier persona de a pie, que lleva consigo problemas cotidianos y reacciona ante una situación difícil con improperios, quizá no tendría mayor relevancia, pero si se trata de una representante de la patria, a la postre presidente de la comisión de educación del congreso de nuestra república sí que genera tremenda preocupación.
“El texto escolar es importantísimo porque con eso no necesitamos un profesor”, lo dijo con la convicción de quien se siente autosuficiente como buscando inconscientemente justificar el maltrato que horas antes profirió a dos profesoras, hipótesis planteada por una enfermera con maestría en docencia universitaria y doctorado en gestión pública que tiene la posibilidad de influenciar para cambios importantes en los procesos de enseñanza aprendizaje y que podrían marcar la trayectoria a seguir.
Nuestro país vive quizás la época más violenta de toda su historia, que ni siquiera el grupo terrorista más sanguinario como Sendero Luminoso sembró en nuestro país, esta vez tiene el rostro de feminicidios, violaciones infantiles perpetrados por los propios familiares, asaltos y robos a mano armada con subsecuentes muertes. Se han convertido en noticias de todos los días, los noticieros y sus comentaristas aun no salen del libreto de ir contra el asesino y el gobierno que no pone mano dura contra ellos, una violencia verbal que no tiene cuando acabar generando una espiral que escala en intensidad y que al mismo tiempo sentimos que lentamente esa violencia se aproxima a todos sin excepción alguna.
Como entender o dar algún sentido a situaciones de violencia tan atroces como la ocurrida hace unos años donde un hombre, contador de profesión, desfiguró a su pareja delante de sus hijos menores de edad; los psicoanalistas coinciden en que estos casos son consecuencia de una falta de educación emocional en los hogares y son los profesores quienes toman el lugar de los padres buscando corregir esta desviación, los seres humanos buscamos escenarios conocidos de nuestra niñez para responder a situaciones que nuestra capacidad mental no puede controlar, aquí no hay textos escolares que nos puedan ayudar, todos recordamos al profesor o profesora que marcó nuestra vida con sus enseñanzas, nadie recuerda que texto fue el que te acompaño en el proceso.
Sentimos un país desbordado, la percepción generalizada solo nos lleva a mirar el efecto y no la causa, por seguridad pedimos más policías en las calles antes que educación cívica; más cárceles en lugar de colegios adecuadamente equipados con docentes altamente calificados, pedimos que los extranjeros se vayan por que nos quitan el trabajo y no pensar que se trata de un desplazamiento por precisamente, quienes lo hacen tienen mejor educación y mayor calificación para el puesto, la xenofobia también se combate con educación.
¿Puede un país ser tan necio y no darse cuenta que por la educación está el camino del desarrollo?, otros países han comprobado que invertir en investigación e innovación rinde más que cualquier otra inversión, si echamos un vistazo a las empresas más exitosas en el mundo podremos notar una constante en ellas, invierten en su gente, es decir la capacitan, la educan, cuentan con un importante presupuesto para la investigación ya sea para nuevos productos o para mejorar sus procesos y siempre están innovando, lo mismo podemos decir de los países llamados del “primer mundo”.
Algo extraño está pasando en estos tiempos en el Perú, tenemos la sensación de que las cosas se van saliendo de control, las desavenencias personales terminan en violencia, y por lo general terminan lastimando a la persona que dicen querer, ¿no tiene también esto una base en la educación tan pobre que nuestros hijos están recibiendo? Una educación que no permite enfrentar y superar los problemas está generando frustración, las personas hoy en día no logran superar sus fracasos y optan por “eliminar el obstáculo” antes que superarlo.
En realidad genera indignación una situación como la que nos muestra una realidad que queremos ignorar, pero debemos de una vez tomar al toro por las astas, mejorar los mecanismos de control de la ciudadanía sobre los gobernantes, para que una oferta política que esté orientada a mejorar la educación se cumpla y no quede en promesa, pero sobre todo se necesitará gente con el coraje suficiente para enfrentar un sistema que evita sistemáticamente que el derecho a la buena educación sea para todos.