Por Willian Gallegos Arévalo
Pareciera ser que en estos tiempos todos viviéramos en el escenario del “hueveo”. Este sustantivo definiría con mayor precisión el desempeño de quienes llegan a los altos cargos ya sea por un favor político y, sobre todo, por ese arte de estar siempre en el lugar adecuado y en el momento oportuno, y nunca hacer historia. Y los decisores políticos de todos los niveles nunca se dan cuenta que “sus” funcionarios les están “hueveando” todo el tiempo. Gabriel García Márquez podría haberlo expresado con ese arte y magia que tenía en construir las frases. Y cuando los decisores políticos se dan cuenta que ya forman parte del pasado y sin ningún hecho trascendente, ya será tarde. Solo hagamos memoria.
Este artículo se inspira en una de esas reuniones amicales a las que suelen invitarme porque, más que hablar en esos eventos, me gusta escuchar y valorar lo que dicen mis contertulios, algunos de ellos filósofos de lo cotidiano. Y en una de esas salió la conversación sobre esa gente que no le ha ganado a nadie pero que siempre es llamada a ocupar altos cargos y terminan sin pena ni gloria y es cuando alguien mencionó a un ingeniero que, decían, se presenta como experto en todas las especialidades y toda su vida profesional ha sido un fracaso, Un segundo contertulio agregó que el tipo se vende como emprendedor, experto en finanzas, profesional exitoso, expositor eximio y que, siendo un consumado farsante, da conferencias de cómo tener negocios rentables y sostenibles en el tiempo. Un tercero dijo: “también le conozco, pero hay que reconocer que el tipo, a pesar de ser un consumado bribón, es tremendamente hábil y que, con sus tecnicismos, sorprende a ministros, gobernadores, alcaldes”. ¿Ven a alguien por ahí?
Obviamente, yo escuchaba lo que decían y no recordaba conocerlo. Cuando alguien del grupo con un gesto me interrogó sobre qué podría agregar sobre el tipejo, les cambié el tema. Entonces comenzaron las anécdotas, el buen humor, las historias, las propuestas para cambiar el mundo y hacerlo mejor para todos. En algún momento una agraciada y armónica dama pasó cerca de nosotros y nos quitó el aliento. En mi caso, pretendí pasar por desentendido y casi cínico, siguiendo la estrategia de Edmundo Dantés.
Lo que quiero destacar, recogiendo la opinión de muchos, es que a año y medio de la actual gestión gubernativa ningún nivel de gobierno ha hecho la diferencia. Cambian gerentes “con experiencia” solo para hacer lo de siempre y evidente: arreglar una calle, mejorar un local escolar, organizar un taller sobre competitividad y con “expertos”, convocar a reuniones “de trabajo” improductivas -aquí reside una parte del hueveo–, celebrar un aniversario o una fiesta patronal y hacer de la tramitología el arte supremo de la administración pública. Porque, el “mejor” gerente y alto funcionario sería aquel que no sale de la rutina y no incomoda al “número uno”, y si este tiene poca visión y su gerente, igual, hemos encontrado la combinación perfecta. Muchos “número uno” parecieran disfrutar del “hueveo” de sus gerentes y funcionarios de confianza; y ya ven los resultados. (Comunicando Bosque y Cultura).