Por: Marcos Garfias
Lo que está pasando en Acción Popular, me recuerda lo que pasó hace muy pocos años en el partido aprista. Dos facciones de la misma cúpula mafiosa que respondían por separado a Alan García, comenzaron una disputa por el control del partido que terminó llevándolo al abismo
El viejo partido de Haya de La Torre terminó en las peores manos, las de Alan García y sus compinches. Es cierto que Alan ganó dos veces las elecciones presidenciales, pero también es cierto que las dos veces su gobierno terminó manchado por inauditos e imperdonables casos de corrupción. Las consecuencias las pagó el país entero. La primera vez porque lo puso al borde del precipicio; y la segunda porque desperdició el buen momento de la economía nacional, para consolidar reformas políticas fundamentales para no retroceder y para cerrar las enormes brechas de desigualdad. No lo hizo porque prefirió jugar a favor de los grandes poderes empresariales y las viejas cúpulas políticas de todos los partidos, mientras sus amigos se enriquecían.
García finalmente se suicidó, escapando de la justicia de manera más trágica. Con su muerte, vendría la de su partido, ya completamente desprestigiado para entonces. La militancia aprista, en gran parte, le perdonó esos pecados a García, porque para un partido el mayor éxito sigue siendo ganar elecciones; pero la ciudadanía peruana, en su mayoría, nunca olvidó la corruptela de ambos gobiernos, porque para el peruano de a pie, el verdadero éxito, el verdadero milagro político, no es ganar una elección, es saber gobernar manteniendo a raya a la corrupción y velando para que la prosperidad llegue a todos los hogares del país.
Los apristas nunca comprendieron esto y me da la impresión que muchos acciopopulistas tampoco. Espero estar equivocado y mi mayor deseo como militante de base, es que recuperemos nuestro partido renovándolo de verdad y jubilando a muchos dinosaurios, no por su edad, sino, sobre todo, por sus anticuadas, antidemocráticas y delictivas prácticas políticas, al margen de si tienen 30 o 50 o 70 años. No perdamos la esperanza y pasemos a la acción porque no podemos permitir que Acción Popular siga el mismo destino de otros partidos.