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sábado, abril 19, 2025
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El derecho a “opinar”

Hace unos días el periodista deportivo Daniel Kanashiro, puso un comentario en la red social twitter en el que manifestaba su preocupación por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, pero no desde el lado de la barbarie y el sufrimiento de las personas en dicha región, sino por el hecho de que se puedan suspender las ligas de fútbol europeas y, posiblemente, el mundial en Qatar. Si bien el periodista ya se disculpó, después de la avalancha de críticas en redes sociales, esta necesidad de satisfacción individual es muy común en la actualidad, donde no importa lo que le ocurra a otros con tal de obtener lo que nos satisfaga o lo que nos gusta.

Este caso me trajo a la memoria que, hace más de dos décadas, el escritor argentino Roberto Fontanarrosa publicó el libro “Puro Fútbol”, en donde hay un cuento que se llama: `¡Qué lástima, Cattamarancio!`, que tiene una actualidad extraordinaria. En aquel cuento se narra un partido de fútbol entre River Plate y San Lorenzo. Los comentaristas, mientras narraban el partido tienen enlaces telefónicos con una persona en Petrogrado, actual San Petersburgo, en Rusia y, otra, en los Estados Unidos. Estas dos personas cuentan, desesperados, que las principales ciudades de sus respectivos países están totalmente destruidas, debido a devastadores ataques nucleares. A estos dos sufridos testigos de la guerra los tenían en línea largo rato durante alguna jugada que generara peligro en el área rival. Luego el cielo pasó a tener un color naranja y negro en pleno partido, pero los comentaristas estaban más preocupados por un tiro de esquina en el área de River.

Esta trivialización de situaciones extremas se viene dando con mayor frecuencia estos últimos años, en donde muchas personas, llenándose la boca con una falsa idea de “libertad” y de “derecho a opinar”, arremeten de una manera superficial sobre temas tan sensibles como un conflicto armado. O como en el caso de los dos youtubers peruanos que se burlaron del acoso sexual que sufrió una niña en el transporte público.

No digo que debamos andar preocupándonos todo el tiempo por situaciones extremas que ocurren, ya sea lejos de nuestras fronteras o dentro de ellas. Quizás en algunos casos no podamos hacer nada en aliviar procesos dolorosos como una guerra, y, en otras, de repente, no nos interese en lo más mínimo, pero, por lo menos, respetemos y pensemos un poquito antes de decir cualquier disparate. (Comunicando Bosque y Cultura).

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