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domingo, junio 16, 2024
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El Estado y el empleo público en el Perú

El sistema de contratación laboral en el sector público es un caos. La abogada Lily Ku Yanasupo, publicó un estupendo artículo en el diario La República acerca del desorden en el empleo público en el país. Allí manifestaba que en el sector público hay 6 regímenes laborales de contratación: unos con más privilegios que otros, y otros con absolutamente nada. Por poner un ejemplo: un servidor público bajo el Decreto legislativo 728 tendrá más estabilidad laboral, y la oportunidad de hacer una línea de carrera, que uno bajo el DL 1057 (los llamados CAS), y mucho más que los locadores de servicios.

Lo que quiero decir es que existen muchísimos trabajadores públicos, que hacen el mismo trabajo, pero de acuerdo al régimen laboral en que se encuentren, se los recompensa de forma totalmente distinta. Los del régimen 728 y los de la Ley N° 30057 (Servicio Civil) tendrán todos los beneficios de ley, como son las 2 gratificaciones por año, seguros de salud, CTS, y vacaciones. En cambio, muchos CAS y locadores de servicio no tendrán nada de eso y las únicas “vacaciones” que tendrán son las del tiempo que permanezcan desempleados.

En el Perú hay 1.8 millones de trabajadores públicos. Una posible solución se planteó en el año 2008, con la creación de la Autoridad Nacional del Servicio Civil, que era la institución llamada a organizar los recursos humanos del Estado en base al mérito, pero que, con más de 15 años de creación, solo ha podido incorporar a 2023 trabajadores, o sea el 0.1% del total de trabajadores públicos. Este desorden en los regímenes laborales hace que las gestiones estatales no avancen, que afloren las desigualdades laborales, el clientelismo y la alta rotación de personal, y que no se brinde una adecuada atención al ciudadano que necesita de los servicios del Estado.

Otro gran error que expresa la autora citada, es el excesivo enfoque tecnócrata que se le está dando al servicio civil, vaciándolo de contenido moral. Totalmente de acuerdo. ¿De qué sirve un servidor público con varios grados académicos y certificaciones laborales, cuando carece de ética y visión de bien común? ¿Puede tener futuro una iniciativa estatal de bien común dirigida por personas cuyo único fin es “durar en su puesto”, o peor, lucrarse del mismo? Si bien es importante tener profesionales con conocimientos para la labor a ejecutar, también lo es el que tengan formación cívica y, sobre todo, ética.

Michael Sandel, en su extraordinario libro ‘La tiranía del mérito’ puso algunos ejemplos de personajes, que no tenían credenciales académicas o en algunos casos exiguas, pero que contribuyeron a cambios sustanciales en beneficio de sus países. Henry Wallace, considerado el mejor secretario de agricultura de la historia de EEUU, estudió en la modesta Universidad Estatal de Iowa. Aneurim Bevan, quien dejó el colegio a los 13 años y trabajó como minero de carbón en Gales, dirigió la creación del Sistema Nacional de Salud Británico (el famoso NHS) en 1948, y que funciona hasta nuestros días y fue fundamental en la atención de pacientes con Covid durante la pandemia.

Balancear y evaluar tanto la parte técnica, como la parte ética, en un profesional público haría que el Perú deje de perder anualmente aproximadamente 25 mil millones de soles por corrupción en todos los ámbitos y niveles de gobierno. (Comunicando Bosque y Cultura).

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