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lunes, junio 23, 2025
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El reto no es solo administrativo ni técnico. Es, sobre todo, un desafío ético y político en “terreno minado”

«Ernesto Peña y el peso de gobernar con dignidad»

Por: Beto Cabrera Marina

La ética en la política no es un adorno discursivo. Es – o debería ser – la base sobre la cual se edifica el servicio público. Sin ella, lo demás se desmorona. De poco sirve una gestión eficiente si se pierde el rumbo moral, si el poder se utiliza para servir a intereses privados y no al bien común. En Moyobamba, una ciudad con un enorme legado de historia y dignidad, eso pesa más que en otros lugares.

Del penal a la plaza

El sábado 30 de mayo de 2024, bajo un sol inclemente que parecía anunciar los tiempos agitados que se avecinan, Ernesto Peña Robalino salió caminando del penal San Cristóbal de Moyobamba. No hubo multitudes ni estridencias. Lo recibió un grupo pequeño, pero firme, que lo saludó como a un sobreviviente de una tormenta política y judicial.

No fue directo al poder. Antes de pisar el despacho municipal, Peña se dirigió al cementerio. Su madre había fallecido días antes, mientras él seguía tras las rejas. Frente a su tumba, se recogió en silencio. Un gesto íntimo y humano que contrastó con la tensión política del momento. Fue un alto, un respiro, en una batalla que todavía está lejos de terminar.

La detención

Peña Robalino fue detenido en noviembre de 2023, investigado por presuntas irregularidades cometidas durante su anterior desempeño como alcalde. La Fiscalía lo acusó de haber direccionado contratos y de mantener supuestos vínculos con proveedores favorecidos. Sin embargo, el caso nunca logró consolidarse del todo. Las pruebas resultaron frágiles y el argumento del “peligro procesal” no resistió el paso del tiempo.

En febrero de 2024, el Segundo Juzgado de Investigación Preparatoria de Moyobamba – a cargo del juez Luis Edward Coronado Zegarra – declaró infundado un primer pedido de cese de prisión preventiva. No obstante, tras nuevas evaluaciones y con el caso debilitado, el Poder Judicial terminó revocando la medida. El 28 de mayo de 2024, Ernesto Peña recuperó su libertad. Su proceso sigue abierto, pero podrá enfrentarlo fuera de prisión.

Durante su encierro, Peña se declaró inocente y denunció una persecución política promovida por sus propios adversarios, algunos de ellos electos en su misma lista municipal (Movimiento de Unidad Regional – MUR) y, en su mayoría, vinculados al partido de la estrella. Su defensa sostuvo que la prisión preventiva fue usada como una forma de sanción anticipada, práctica que ya ha sido cuestionada por expertos legales y organismos internacionales.

Justicia y política: una relación inevitable

La política y la justicia no transitan caminos separados. La primera administra la sociedad; la segunda asegura el cumplimiento de las reglas de convivencia. Una política sin justicia está destinada al abuso, y una justicia sin independencia está condenada a la sospecha.

En este caso, más allá de los vaivenes judiciales, el fondo del problema sigue siendo político: ¿qué tipo de líderes estamos eligiendo? ¿Y qué tipo de ciudadanos estamos siendo?

Municipalidad de Moyobamba: “Tierra minada”

Lo que le espera a Ernesto Peña no es una gestión corriente. La Municipalidad Provincial de Moyobamba es – como admiten exfuncionarios y trabajadores – es un terreno plagado de obstáculos. No hay obras emblemáticas en marcha. La cartera de proyectos es escasa. Y, peor aún, existe un preocupante pasivo financiero que amenaza con devorar cualquier intento de recuperación.

La gestión saliente, encabezada por Ronald Gárate y respaldada por una mayoría de regidores afines, dejó poco que rescatar. “Una oportunidad perdida”, dicen unos. “Una repartija sin rumbo”, acusan otros.

A Peña le queda menos de la mitad del período. Poco tiempo, poco margen, mucha desconfianza. Tendrá que hilar fino, reconstruir confianzas y, sobre todo, evitar repetir los errores del pasado.

El precio de rodearse mal

Uno de los pecados capitales del alcalde fue su excesiva confianza tras ganar las elecciones. Se rodeó de personajes que rápidamente evidenciaron más hambre de poder que vocación de servicio. “Pirañas”, los llamó una fuente conocedora del entorno municipal. Varios de ellos hoy guardan silencio o han tomado distancia. Si Peña quiere dejar alguna huella positiva, tendrá que hacer una limpia real: rodearse de técnicos capaces, de personas íntegras y comprometidas con la ciudad. Ya no hay espacio para el clientelismo ni el folclor electoral. Moyobamba exige más que fulbito y entregas de kits peloteros en zonas rurales.

Un espejo del Perú

Lo que ocurre en Moyobamba es una postal repetida en muchas partes del país. Candidatos sin preparación, rodeados de oportunistas, llegan al poder a través de campañas vacías, para luego derivar en escándalos, decepción y parálisis.

Pero Moyobamba – como tantas otras ciudades – no está condenada a repetir el ciclo. Hay una oportunidad si la ciudadanía decide ejercer su rol vigilante, exigir transparencia, señalar a los corruptos, y dejar de premiar al “vivo” que reparte favores.

Porque esta ciudad no solo merece respeto por su historia como la primera ciudad de la Amazonía peruana, sino también por su presente y por el futuro que todavía puede construir. Un futuro donde se gobierne con decencia, con planificación y con responsabilidad.

¿Reinvención o más de lo mismo?

Hoy, libre pero políticamente debilitado, Peña Robalino enfrenta un escenario adverso. Las preguntas que circulan en Moyobamba son directas: ¿será capaz de reorganizar su gestión con nuevos rostros? ¿Se sacudirá de las viejas alianzas contaminadas o intentará recomponerlas para sobrevivir políticamente?

Ernesto Peña es un símbolo contradictorio de la política local: un profesional, académico, con promesas de eficiencia que terminó atrapado en una red de oportunismo y disputas internas. Su regreso al poder será una prueba no solo de gestión, sino de carácter. Si sigue rodeado de los mismos actores, el destino está cantado. Si decide romper con ellos y apostar por la transparencia, aún tiene la oportunidad de cambiar el rumbo.

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