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lunes, diciembre 9, 2024
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“El sacrificio y dolor eterno de nuestros médicos héroes”

La vida nos cambió a todos…pero ellos tuvieron que empezar a convivir a diario con el peor rostro de la muerte… Es el momento de la impotencia extrema.

El 16 de marzo del año pasado, fecha en que empezó la cuarentena en todo el país, la vida empezó a cambiar para todos. Sin embargo, para el personal de salud fue como ir a una guerra jamás imaginada, atender a los heridos por ese enemigo invisible y peor aún, ver morir inexorablemente ante sus ojos a muchos compatriotas, ahogados por un maldito virus.

¿Qué siente a un año del inicio de la pandemia y cuarentena en el Perú…? En mi corazón llevo dolor, mucho dolor, nos responde con voz entrecortada el médico Abel Aldave, en su trinchera del hospital Dos de Mayo. Recuerda a los jóvenes especialistas llenos de ilusiones y vitalidad que comenzaban sus primeros pasos en los pasillos de un nosocomio. Hoy ellos ya no están, el coronavirus no solo arrebató sus vidas, también sus sueños. Las fotos de muchos de ellos se encuentran en el memorial del frontis del Colegio Médico del Perú. «Es demasiado dolor», repite Abel.

“Viene la pandemia y te arranca todas las metas trazadas, todo desaparece. Es muy injusto para todo el personal médico. Son sentimientos encontrados, da mucha pena ver jóvenes de 30 años, que han fallecido”, se desahoga Abel.

El 16 de marzo del año pasado, fecha en que empezó la cuarentena en todo el país, la vida empezó a cambiar para todos. Sin embargo, para el personal de salud fue como ir a una guerra jamás imaginada, atender a los heridos por ese enemigo invisible y peor aún, ver morir inexorablemente ante sus ojos a muchos compatriotas, ahogados por un maldito virus. Es el momento de la impotencia extrema.

Desde el inicio de la tragedia
Abel Aldave es un médico emergenciólogo del Hospital Nacional Dos de Mayo, Sanmarquino, que ha batallado contra la covid-19 desde el primer día de cuarentena.

“Estar en primera línea para los emergenciólogos, es estar en primera línea como se dice, somos el primer contacto con el paciente. Debemos intubarlos para poder colocar los aparatos respiratorios, en ese momento estamos expuestos al contagio directo, porque nos encontramos a menos de 30 centímetros entre la cara del paciente y la nuestra”

En medio de la tragedia también hay espacio para la esperanza, el triunfo de la vida sobre la muerte.
Aldave recuerda el caso de una mujer de 48 años, infectada con la covid-19, quien tenía una pequeña niña. Lo llevó a pensar en qué pasaría si fuera una de sus hijas la que estaría en su lugar, ese pensamiento lo hizo luchar a brazo partido para salvar a esa humilde madre de familia.

“Hace unas tres semanas tenía una paciente para intubar y llame al familiar. Y solamente aparece una señora que era su vecina, la mujer no tenía familiares cercanos, y tenía una hija de 8 años, que es la misma edad de mi hija mayor. Yo pensaba en esta niña, que podía quedarse sin madre, y pensaba en mi hija. En siete u ocho días la señora estaba saliendo de emergencias”.

El término héroe no es necesario para él, solo desea una adecuada retribución. No lo económico, una retribución de corazón por parte de la sociedad. Aquellos aplausos dados por los peruanos a las 8 de la noche al inicio de la cuarentena, pudieron ser cambiados por gente quedándose en sus casas en Navidad.

Hoy a casi un año desde el primer confinamiento podemos ver a través de las noticias, como cada día una persona deja de respirar. Una vida se va, quizás sin haber vivido lo suficiente y entre lágrimas de sus familiares que ya no lo tendrán.

Los caídos en la lucha
El grupo de las batas blancas se ha llevado los aplausos de la población desde un inicio. Personas que pudieron quedarse en casa, pero el amor a su profesión las llevó a continuar en el trabajo y encontrar en el hospital, un segundo hogar. Pero no todos contaron con la misma suerte, los síntomas se hicieron presentes en algunos y el deceso fue inevitable.

A un año del inicio de la cuarentena, el decano del Colegio Médico del Perú, Miguel Palacios, evoca y recuerda con tristeza a los 366 médicos fallecidos hasta hoy en el Perú.

“A pesar de nuestro pesimismo, no imaginábamos que iba a alcanzar las proporciones que alcanzó la pandemia, en cuanto a los médicos, los 366 fallecidos que hay a la fecha, sin duda nos ha cambiado la vida a los médicos en el país. Hay un antes y un después para los médicos en el Perú”.

Y como en toda tragedia, siempre hay una primera víctima. El primer médico y figura central del memorial médico situado en el Malecón de Miraflores, partió el 8 de abril del 2020. Waymer Benites de 65 años dirigía el centro médico Santa Rosa de Lima, cuando apareció la pandemia y decidió continuar con sus labores. Hasta que se contagió y tuvo que irse a la fuerza de este mundo.

Con el anuncio del primer personal muerto en batalla, tanto el Colegio Médico como los colegas, cargaron sobre sus espaldas mucho dolor. Quizás no todos los médicos conocían a Benites, pero la tristeza era la misma, porque sabían que mañana podrían ser ellos quienes se unieran a ese mismo tenebroso camino, como paso en muchos casos.

Los amigos que se fueron…
Para Palacios el visitar a sus colegas en un cementerio, es un dolor insuperable, son personas con las que compartió cirugías y turnos en los hospitales. Amigos que lo acompañaron en momentos importantes en su vida, decían adiós. Anunciar la muerte de sus colegas era una obligación con sus familiares.

“Toda esta experiencia nos ha llenado de bastante dolor. En mi calidad de decano he estado muy cerca de la muerte de los médicos que reposan sus fotos aquí en el frontis del Colegio Médico. He tenido la oportunidad de anunciar la muerte a muchas viudas, muchas madres. Ha muerto mi asistente en cirugía, con quien trabaje más de 15 años juntos».

La pandemia ha despertado la solidaridad de las personas, no solo con los médicos, sino entre ellos mismos. Apoyarse con datos como recarga de oxígenos o prestar sus balones, tomar el dolor ajeno como el propio y ponerse en la misma situación del otro.

“Nosotros no nos sentimos héroes. Nosotros hemos ejercido el acto médico, que implícitamente es un acto heroico, acá se ha magnificado en la pandemia, pero a lo largo de la historia de la medicina, muchísimos médicos han perdido la vida por la tuberculosis y un sinfín de enfermedades. De tal manera, el oficio de la profesión es un acto heroico».

Por ello, el bien común debe apoderarse de nuestra sociedad, no pensar en uno mismo, pensar en todos. Porque detrás de cada bata blanca existe una persona con el mismo motivo que tú, vivir.

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