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martes, mayo 20, 2025
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El Sol y la Piel

Existen varias ideas equivocadas sobre la exposición al sol y su impacto en la piel.

Una de las más comunes es que la protección solar no es necesaria en días nublados, cuando en realidad los rayos UV siguen atravesando las nubes y dañando la piel.

Otra idea errónea es que los protectores solares altos impiden que la piel se broncee, cuando en realidad estos solo reducen la velocidad a la que se produce el bronceado, no lo evitan por completo.

La exposición prolongada a los rayos solares puede causar quemaduras solares, envejecimiento prematuro, cataratas, manchas oscuras y aumentar el riesgo de cáncer de piel.

¿POR QUÉ DEBEMOS PROTEGERNOS DE LOS RAYOS SOLARES?

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano.

Y sirve de primera defensa frente a agresiones e infecciones, cumpliendo una función de barrera protectora.

Existen múltiples agentes agresores y sustancias que actúan diariamente para que nuestra piel se dañe y pierda sus características de escudo de protección.

La luz solar es una de las agresiones más fuertes y dañinas a las que se expone nuestra piel.

No obstante, hace mucho tiempo atrás, fuimos capaces de protegernos de los efectos del sol, creando cambios como la pigmentación de la piel, el engrosamiento de ésta y demás cambios típicos en las razas, que hoy en día conocemos.

Sin embargo, desafortunadamente, junto con el calentamiento global han aparecido nuevos retos para el ser humano.

Uno de estos es el tener que soportar mayor radiación solar por los daños causados en la capa de ozono.

EL PORQUÉ DE LA PROTECCIÓN

En primer lugar, es importante saber que la luz solar llega a nuestro planeta en forma de radiación ultravioleta (UV), en un espectro de luz amplio donde podemos resaltar dos tipos de radiaciones: la radiación UVA (tipo A) y la radiación UVB (tipo B).

Estas se convierten en los actores principales de la lucha entre la piel y la luz solar.

En verano, la radiación predominante es la B o rayos UVB, responsable de las quemaduras solares y/o melanoma (cáncer).

En invierno y otoño, éstos se reducen y dejan paso a los rayos UVA, que provocan la aparición de signos que marcan el envejecimiento de la piel, siendo todos negativos al alterar el funcionamiento celular.

Lo más alarmante es que hace 15 años se decía que estas lesiones aparecían comúnmente en personas en la quinta década de la vida, pero hoy encontramos pacientes con lesiones precancerígenas y cancerígenas desde la tercera década, lo cual se le atribuye a los cambios en la capa de ozono, que permiten el paso directo de radiación UVA y UVB; a la cultura del bronceado que tanto daño ha hecho en las pieles de nuestra población joven, y al no uso adecuado de los métodos de protección solar que están disponibles en el mercado desde hace más de 30 años.

CÓMO PROTEGERNOS

Existen un sin número de medidas para evitar la exposición solar directa y así prevenir el daño sobre la piel.

En primer lugar, hay que evitar la exposición directa en las horas de máxima radiación, entre las 10:00 am y las 3:00 pm.

Si necesita salir o se encuentra en las calles a estas horas, un buen parasol ayudará, pero este debe ser negro con doble cubierta, en lo posible la segunda cubierta que sea gris o de otro color oscuro.

Esto es necesario ya que el color negro absorbe la mayor cantidad de radiación y al ser doble cubierta se reduce al máximo la cantidad de rayos que atreviesen el material del cual esté hecho el parasol.

Otra medida general es el uso de sombreros, gorras y lentes de sol, que reducen la superficie de piel expuesta y confieren protección hacia la radiación.

Pero sin lugar a dudas, el mejor método de protección son los protectores solares, que son preparaciones químicas que permiten crear una pantalla que repele la radiación que llega hasta nuestro cuerpo.

Desafortunadamente existen dos problemas con el uso del protector solar: el primero es la falta de cultura del uso del mismo y la segunda la mala elección del protector solar adecuado para su tipo de piel, lo cual conlleva a abandono del hábito del uso del mismo.

QUÉ PROTECTOR SOLAR USAR

Un buen protector solar debe realizar una protección total ante la radiación UV.

Décadas atrás se medía esa eficacia según el porcentaje de Factor de Protección Solar (FPS o SPF), por lo cual existe aún la tendencia a creer que el mejor protector solar es el de mayor FPS.

Esto no es así.

Se demostró que con un FPS 30 es suficiente para conferirle protección solar a la piel siempre y cuando se esté reaplicando la sustancia sobre la piel mínimo cada 3 o 4 horas en exposición directa (en la playa, lo ideal sería cada hora).

En segundo lugar, a la hora de escoger protector hay que tener en cuenta el tipo de piel.

Existen diferentes presentaciones de protectores, los hay en crema para pieles secas, los hay en gel para pieles grasas o con problemas como acné y en emulsión para pieles mixtas o secas, que además requieran una hidratación extra.

Estos datos deben tenerse en cuenta para escoger el protector ideal.

Aunque en el mercado existen muchas marcas, como consumidores debemos buscar productos dermatológicamente avalados y libres de sustancias tóxicas que puedan dañar nuestro organismo.

El protector solar, bloqueador solar, crema de sol o crema solar es una loción, gel, spray u otro tópico que evita o disminuye los efectos causados por la radiación solar.

Ningún protector solar ofrece una protección 100% absoluta.

Los protectores solares deben aplicarse entre 30 minutos y 2 horas antes de exponerse al sol.

La próxima semana continuaremos con este importante tema.

Dr. HÉCTOR PEREDA SERNA – PEDIATRA

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