Por Ricardo Quevedo
Nuestra realidad es diferente como para que los conductores de vehículos menores, como son las motos lineales, estén obligados a portar dicho instrumento que supuestamente se piensa que de alguna forma el conductor se verá libre en un determinado accidente. Si algo protege, será una casualidad, pero no es una seguridad al cien por ciento.
Algunas leyes en el país, fueron propuestas y aprobadas no en base al contexto nacional, rigiéndose únicamente a determinados puntos que lo generalizaron en todo el país al ser publicado. Esto viene pasando con el famoso casco que es producto de una ley a nivel nacional.
Pero también nace en un país fragmentado territorialmente: cada zona con climas diferentes, toda la Costa y Sierra con climas permanentemente fríos, mientras que toda la Selva, como Tarapoto, con un clima permanentemente sofocante y agobiador, que bordea a veces hasta los 36 y 40 grados.
Encima de esta agobiante temperatura que te obliguen a poner o a utilizar algo que no quieres o que te fastidia, me parece nada prudente. Ninguna ley debe tener el carácter radical y determinante en su aplicación y utilización. Peor aún cuando se trata de algo (como los cascos), que no tiene más que una mera corriente social de pensamiento negativo: de que si no tienes el casco te mueres absolutamente en un accidente.
Si algo ha servido hasta hoy la parcial obligación de los cascos, ha sido el gran favor a los delincuentes que fácilmente encontraron ponerse en plena vía pública la totalidad del casco que cubre toda la cara, pasando para toda la población un total desconocido, sirviéndole como una pasamontaña para cometer con tanta facilidad su tropelía como delincuente.
Además cada ciudadano es responsable de sus actos en base a su propia voluntad libremente elegida, más no así debe ser responsable ante un acto impuesto u obligado.
Si algo tiene que imponer señor Coronel a sus policías, es que éstos sean permanentemente celosos contra la delincuencia que buscan mil argucias para estafar, robar y matar a la gente; ser celosos contra el mal conductor que conduce su movilidad en total borrachera, sean éstos conductores de vehículos menores o mayores.
A estos malos conductores que son los responsables casi al cien por ciento para que ocurran accidentes, les deben aplicar no solo las debidas papeletas, sino clausurarles definitivamente sus licencias de conducir.
El trabajo señor Coronel debe ser contra estos malos conductores que se creen dueños de la pista y que no respetan la vida de los demás conductores que manejan sobrios y serenos como debe ser y que tampoco respetan la vida de los peatones, peor si estos en un acto de negligencia cruzan imprudentemente la pista.
Las leyes son perfectibles, como todas las cosas, nada es perfecto.
Antes que obligación debe existir educación. El ciudadano, antes que nada es un ser pensante, es un ser humano, y el ser humano es complejo por naturaleza. Habemos personas que no nos gusta que nos obliguen; otros son más manejables, son más flexibles; hay algunos que son radicales e intolerantes, otros son más adaptables y a veces hasta sumisos.
Pero tampoco la educación se obliga. Si algo tiene que entender alguien, es a través de la toma de conciencia, lógicamente esto viene por el conducto de la educación.
En consecuencia la lucha a emprender señor Coronel con sus valientes policías, es que haya educación en la población, pero no empleando un sistema equivocadamente obligado, imponiendo papeletas cuando un conductor de vehículo menor no lleva el casco; pero sí debe imponerse las papeletas a todo conductor borracho y clausurar su respectiva licencia.
Por lo demás el uso de casco debe ser voluntario. Pero no el casco que tape toda la cara, sino el que deja visible la identificación de la persona.