Karina Roncal Alva
COLUMNISTA
“Mi amor, te amo”, “Eres la única” y “No quiero perderte”. Estas son las típicas frases del “hombre enamorado” (¿?) que oculta bajo esa máscara su verdadera personalidad de infiel profesional, que no cambiará a pesar del tiempo.
No es raro escuchar a alguna chica decirle a su amiga: “Vi a tu enamorado afanando a otra”. Como es de esperarse, esto causa los celos de la notificada, mientras que “el amor de su vida” (¿?) -en el caso de ser un infiel compulsivo- es capaz de negarlo todo hasta el extremo de jurarlo por su pobre madre, que salvo haberlo traído al mundo no tiene culpa de nada.
Y es que por las noches el Don Juan promedio suele salir de cacería buscando hacerse notar por el sexo opuesto. Esto, claro, hasta cuando alguien lo sorprende, que es cuando pasa de hacerse notar a convertirse en el “hombre invisible”, el que es incapaz de hacer algo malo o de matar una mosca con su carita de “yo no fui”.
Si a ello agregamos que el mujeriego complementa su estrategia de negación con algún beso o detalle para su pareja oficial –detalles en los que es especialista- muchas mujeres enamoradas siguen y siguen creyendo en sus mentiras disfrazadas de verdad.
Con un infiel sólo es cuestión de tiempo para que una relación de a dos se convierta en una de a tres (o cuatro, o cinco) y eso ya es multitud.
¿Qué pasa? Ocurre que el infiel promedio tiende a subestimar a su pareja creyendo que nunca deja rastros y que su infidelidad quedará impune. Pero, error, pues si bien ningún crimen es perfecto la infidelidad es el menos perfecto de los crímenes, no tanto por la poca inteligencia del infiel cuanto por su falta de cautela, pues el infiel promedio no deja de alardear de sus hazañas con sus amigos y, BINGO, ahí está: dejan huellas fáciles de rastrear, por lo que en lo que a infidelidades se refiere, tarde o temprano todo se llega a saber.
El discurso típico del infiel promedio incluye frases como “Ella es mi firme y la amo” y “Las demás son ocasionales, relaciones sin importancia”. Ahora, puestas en los zapatos de las mujeres engañadas, ¿qué es lo mejor?, ¿conformarse con eso?, ¿dónde entra a tallar el amor que dice tenerte y el amor por una misma? En tal sentido suele ser mejor opción ser la OTRA, aquella que goza de los momentos donde todo es alegría, donde la pasión y el sexo predominan y lo prohibido torna más excitantes los encuentros.
Los coqueteos románticos, la emoción de la aventura, la naturaleza ilícita de una infidelidad, el elevado nivel de adrenalina que supone, la excitación de lo prohibido y el sexo con alguien nuevo hacen que en muchos casos la infidelidad aparezca como una experiencia irresistible, cuando en realidad es una burla a la confianza.
Además, si tu relación inicia como una aventura luego debes tener en cuenta quién eres tú y quién es él, pues si se atrevió a hacerlo una vez es muy probable que lo vuelva a hacer.
Si una relación llega al punto de convertirse en una rutina carente de amor, adrenalina y romance, lo más sensato y honesto es conversar para tratar de recuperar esos ingredientes o, en el peor de los casos, dar por terminado algo que no da para más antes de lastimar a la pareja con una infidelidad, pues ésta, además de ser la traición a una promesa (la de amar sólo a una persona) causa un terrible conflicto emocional a la persona afectada, conflicto que suele afectar a su autoestima.
Una infidelidad es propiciada por los tres elementos de la Regla de las C: Curiosidad, Calentura y Confidencialidad. El infiel engaña porque simplemente quiere y puede hacerlo, porque se dio la situación y porque cree que nadie lo sabrá. Si contáramos con la absoluta garantía de que nadie se enterará jamás de una posible infidelidad casi todos seríamos infieles, pero eso no sucede, pues siempre hay rastros para ampayar a quien es infiel.
Como consejos para las mujeres les recomiendo estar alertas cuando su enamorado, novio o esposo empiece a elegir su ropa con más cuidado, haga dieta, invente motivos para no estar contigo, cambie de gustos súbitamente, se ofenda cuando le insinúas que miente o ya no quiera tener intimidad contigo.
¿Qué hacer para prevenir la infidelidad?
Por sobre todo hay que ser siempre honestos y ser consecuentes con lo que pensamos, decimos y hacemos, además de ser abiertos ante todo y compartir con la pareja momentos especiales para no caer en la rutina.
Y, simplemente, “No hagas lo que no quieres que te hagan”.