Ha muerto Oswaldo Reynoso, uno de los mejores escritores de nuestro país que es tan prolijo en las letras. Arequipeño de nacimiento, fue un rebelde hasta su muerte.
Recuerdo haber gozado de su conversación en más de una ocasión, cuando estuvo en Tarapoto para diversos eventos, en la mayoría de ellos, gracias a la gestión de otro grande, pero local: Miuler Vásquez.
La interpretación de Oswaldo Reynoso con respecto a los problemas del país ha sido siempre polémica. Por ejemplo, con respecto a Sendero Luminoso, siempre consideró que a la organización terrorista tan odiada, no le faltó razón para entablar su lucha armada, pues las condiciones del país lo exigían. Se refería a la cuasi esclavitud existente en las haciendas y la cada vez más inclusiva educación que rompía paradigmas entre los pobres campesinos oprimidos de nuestro país en los sesentas, en la universidad ayacuchana de San Cristibal de Huamanga, en donde compartió cátedra con Abimael Guzmán. Bajo esas condiciones, en un país en el que un nativo o campesino nunca había ganado un proceso judicial, definitivamente era muy probable la explosión social.
Eso hacía que muchos lo cuestionen y lo sentencien como un extremista marxista al que no valía la pena escuchar. Pero Oswaldo no era eso. Era un sabio lleno de memorias fabulosas. Un hombre sensible, capaz de crear situaciones graciosísimas. Por ejemplo, aquella ocasión en la que se encontró con un grupo de chicos en una calle tarapotina y les dijo:” Muchachos, ¿se están portando mal?” Y los adolescentes sorprendidos solo atinaron a responder que no. Él les dijo: “Cuando se porten mal, me avisan”. Ese era el espíritu travieso de Oswaldo que se ha ido a formar parte del todo, que era lo que él creía.