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domingo, junio 1, 2025
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El espíritu de la Navidad

El aniversario de nacimiento de Jesús el Cristo es sin duda una de las fiestas más esperadas y celebradas del año porque ha llegado a significar para las mayorías sobretodo regalos, cenas y encuentros familiares, adornos singulares, luces, villancicos, etc. Son menos las familias que, ante todo, tienen en cuenta el sentido de conmemorar la primera venida a la tierra del Salvador, sobreponiendo y haciendo presente que los regalos y las demás “vivencias navideñas” son para recordar a Jesús. Menos aún son aquellos que Saben y se integran al sentido más Sublime, profundo y ancestral del Cristo y de lo Crístico, sentido que sin embargo ya es hora de que sea conocido y dado a la luz para que se cumpla aquella sentencia bíblica de que “todo será revelado”.

Estos tres estados de vivencias con respecto a la navidad pueden ser equiparados haciéndolos corresponder con los planos físico (material), astral (emocional) y espiritual (consciencia superior) que a su vez tocan los tres cuerpos del ser humano reconocidos universalmente, como son: el cuerpo orgánico, el alma y el espíritu.

En ese sentido, las personas que solamente se centran en la consciencia del CUERPO FÍSICO pueden quedar exclusivamente atadas a aquellas experiencias harto conocidas de estos días como es: comer panetón y chocolate llenos de azúcar, recibir regalos que nos agraden o no y comprarlos estresados en calles atiborradas de miles de personas también estresadas, ver a familiares que no veíamos, reventar fuegos artificiales y luego tomar antiácidos quedando así, una vez más, con esa sensación de desazón luego de esa noche “buena”.

Más allá de esas vivencias exclusivamente materialistas, vemos también aquellas más típicamente EMOCIONALES por estar centradas más en nuestra ALMA. Por ejemplo, aquellas personas muy “religiosas” (en el sentido general que le damos a este término) quienes vibran en mente y alma identificándose ante todo y sobretodo con imaginaciones del Cristo en su cuna, la humildad de su pesebre, los animalitos que le acompañan, la escena íntima y familiar al abrigo de la matanza desatada por Herodes para evitar el nacimiento del Rey anunciado y así sucesivamente. Estas personas no dejan de atender la parte física de la celebración (cena, regalos, etc.) pero remarcan ante todo este aspecto anímico de amor a Jesús.

Finalmente, tenemos aquellos que ante todo van a la comprensión profunda de la navidad, que corresponde atender su aspecto ESPIRITUAL, necesitando estudiar el simbolismo de los elementos involucrados (Cristo, Pesebre o gruta, María y José, Estrella de Belén, Asno, Buey, Reyes Magos, incienso, mirra, etc.) para, de esta manera, poder acceder a una VERDADERA identificación o AMOR al Cristo en su entendimiento más completo y verdadero, subordinando, pero sin dejar de lado las celebraciones materiales y emocionales que, desde esta perspectiva espiritual, reencontrarán su EJE primordial del cual nunca debieron ser desligadas.

Por ejemplo, solo para enfocar un ápice o prolegómeno de esto último, nos revela el Maestre Dr. Serge Raynaud de la Ferrière (www.magnanet.org) enfocando un punto sumamente fundamental que es el aspecto cósmico, que no ha sido suficientemente considerado ¡en un suceso tan celestial!:

“En lo que concierne a la fiesta de Navidad, conmemoración del nacimiento de Cristo, tendríamos también que detallar la cuestión de fecha, que parece poco correcta el 25 de diciembre (tercer grado del signo del Macho Cabrío), ya que el 22 de diciembre (0° del Macho Cabrío) señalaría el solsticio de invierno y el sol estaría entonces en su aparente posición sobre la eclíptica, como iluminando el Zodíaco, trazando perfectamente una cruz (…)”

“Algunas Ceremonias especiales tenían lugar el 22 de diciembre, para cortar el abeto e instalarlo en el interior de las casas, el cual era decorado con los símbolos iniciáticos; rituales esotéricos, una vez más olvidados, pero cuya práctica permanece en nuestros días en la decoración que se hace en ocasión de las Navidades. ¡En lugar de colgar ornamentos iniciáticos, hoy día se piensa en suspender atributos profanos o bombones para los niños, con los juguetes que se dejan, simulando para los pequeños, que es Papá Noél quien ha venido a traerlos! La Leyenda reposa, pues, sobre algo verdaderamente profundo (…)”

“Tal fecha, en el solsticio de invierno, fue aceptada igualmente por la Iglesia Católica hasta el siglo IV, cuando el Papa San Julius creyó un deber posponer la fiesta de Navidad al 25 de diciembre. No se le puede dar completa culpa, en lo concerniente a ese cambio, ya que si en el año 754 del Calendario Romano (año del nacimiento de Cristo) el Sol se encontraba en la cúspide del signo del Macho Cabrío (Capricornio) en el siglo cuarto (visto el fenómeno de la precesión de los equinoccios, el Sol debía encontrarse en el tercer grado del signo (o sea el 25 de diciembre). Uno entonces se sorprende solamente de que la Iglesia no haya continuado haciendo evolucionar esa fiesta a medida que el cambio de posiciones del sol se efectúa sobre la eclíptica, lo cual nos haría festejar la Navidad actualmente en el transcurso de la segunda década de Enero (fin del signo del Macho Cabrío, Capricornio).”

Estos y otros conocimientos (ver en www.magnanet.org nuestras conferencias, centros de estudio y actividades institucionales en todo el mundo) nos permitirán recibir verdaderamente, en nuestro cuerpo, alma y espíritu, el Rayo Celestial del Cristo y su Espíritu, en esos días tan especiales del Solsticio.

 

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