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sábado, diciembre 7, 2024
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ETERNAS GRACIAS

Luego de estos días que pasamos que han sido muy dolorosos para nuestra familia por la partida de nuestro padre Julio Alberto Quevedo Chávez, queremos agradecer a todas las personas que nos hicieron llegar su pésame, lamentablemente no pudimos despedirle como se merecía.

Nos quedamos con el recuerdo de todo lo que hacía por nosotros, junto a su compañera Rosita Bardález, lograron que esta familia salga adelante, se casaron el 5 de marzo de 1972 y sus hijos Julio, Rosali, Silvia y Lenin, continuamos sus proyectos.

Muchas personas conocían a Julio Quevedo por el trabajo realizado en el periodismo sanmartinense y al leer todo el reconocimiento de sus amigos y conocidos, nos llena de orgullo.

Julio Quevedo nació el 5 de julio de 1945, en el distrito de Shapaja, lugar que le gustaba visitar siempre, incluso el domingo, un día antes de iniciar el Estado de Emergencia Sanitaria, pudo despedirse de su Shapaja querida.

Fue profesor, estudió en la Escuela Normal de Varones de Moyobamba, con cuyos amigos se reunía anualmente, este año también lo hizo, lamentablemente tuvo que regresar por una emergencia de salud, de la cual no se recuperó totalmente.

Como hijos recordaremos su presencia en casa, los domingos llenando el geniograma de El Comercio, leyendo poesía y escribiendo las anécdotas que vivíamos. Muy temprano por las mañanas escuchábamos su voz por la radio, además, podíamos leer la información regional a través de la revista El Tarapotino, en cuyas páginas se encuentra la historia de San Martín.

Los años pasaban y cumplió su sueño de iniciar el proyecto del diario Voces que el 30 de setiembre cumple 15 años de circulación regional.

Mientras crecíamos, conocíamos más su trabajo, como secretario general del Sindicato Unitario de los Trabajadores en la Educación de San Martín, profesor en una escuelita de Morales, donde pudimos asistir a alguna de sus clases y era de esos maestros que se ganaba el respeto.

Además, como dirigente de la Asociación Nacional de Periodistas filial Tarapoto, y decano del Colegio de Periodistas de San Martín, siempre ha buscado la unión de los periodistas y comunicadores de la región, siendo en muchos casos criticado, pero eso a él no le importaba, pues estaba seguro que lo que hacía era por el bienestar del periodismo sanmartinense.

Fue reconocido por la Municipalidad Provincial de San Martín, Moyobamba, Lamas, Huallaga, por su trabajo periodístico y sus luchas sociales.

Su penúltimo proyecto fue el libro “Lo que el amor inspiró”, que es una compilación de los mejores poemas de los años 70, 80, que vio la luz gracias al apoyo de la Editorial Trazos de Miuler Vásquez y presentado en la Casa de La Cultura, gracias a Christian Marquina y la Dirección Regional de Cultura.

En noviembre del 2019, no quiso hacer excepción y publicó la Guía Trocha Turística con la mejor información turística de San Martín. Estos fueron sus últimos esfuerzos, aunque siempre estaba pensando en un próximo proyecto.

Podría mencionar muchas cosas de mi papá, pero las palabras hoy sobran y se hacen pesadas, lo que sí queremos hacer, como familia, agradecer cada mensaje, cada homenaje que hicieron sus amigos a través del Facebook.

Gracias a César Herrena Luna, el Ashishito, que hizo un lindo homenaje a mi papá, tantas anécdotas que vivieron juntos y de las cuales, algunas al menos, fuimos testigos. A Marco Carrillo, por el lindo texto realizado a mi padre. Lucho Vásquez, quien también escribió emotivas palabras a mi papá, recordando lo vivido en diferentes etapas de su vida.

Leíamos cada palabra y homenaje, cada pésame era para responder pues cada persona tenía una peculiar relación con mi papá. Sus amigos docentes, sus amigos periodistas, sus amigos de siempre, amigos de la familia, sus acompañantes en sus propuestas culturales, sus amigos de lucha, deberían haber tenido una respuesta particular.

Asimismo, agradecer a don Wilson Pérez, que también dio unas palabras muy emotivas y así a todas las personas que nos acompañaron.

Gracias, gracias a todas las personas que lo conocieron, lo despedimos como un grande, y cuando acabe esta maldita pandemia podremos reunirnos para que, en un abrazo, derramemos juntos esas lágrimas que hoy quedan pendientes.

Eternas gracias.
Silvia Quevedo

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