Reflexiones de fin de año: Otra vuelta
Por: Beto Cabrera Marina
Convencidos que los años vividos jamás serán perdidos, algo aprendiste, algo creciste. Si vas a definir el año que termina, puedes evaluar observando tu actuar: “Di lo suficiente, mi generosidad y amabilidad; hice todo lo que pude, o hubiera podido hacer más; amé incondicionalmente, o me limité a dar pequeñas migajas en pocas oportunidades. El balance final está en ti.
Es el fin del año las familias o las instituciones y empresas deben hacer un balance donde vayan cuadrando sus cuentas, sepan que les va quedando pendiente y cómo les fue en familia, sus haceres de la vida o gestión empresarial, balance familiar el compromiso de padres, como padres, como hijos y hermanos.
En estos tiempos donde casi todo es virtual, tiempo a veces poco real, dicen que llegó la cuarta revolución con inteligencia artificial en línea, en un mundo globalizado, pero cada vez sin sentido humano, interconectado, pero prima el individualismo, donde el sentido común y humano se va perdiendo.
Siquiera por un momento dejemos de lado la tecnología y pensemos.
Pensemos dónde estamos y hacia dónde vamos, qué tenemos pendiente y qué hemos completado; hacer un balance sobre nuestro caminar -lo que hicimos o dejamos de hacer-.
Muchas veces estamos tan preocupados por llegar y cumplir objetivos, pero no medimos ni valoramos el camino y a nuestros acompañantes en este viaje, no estimamos la belleza de nuestro entorno, el calor de familia, el abrazo de nuestros padres o hermanos, ni siquiera nos detenemos a mirar y acariciar nuestros jardines, nuestros paisajes, y todo por nuestro rápido caminar.
Por eso se vuelve importante aplicar algunos conceptos elementales en la familia, en el trabajo, en la sociedad y en nuestra empresa personal que se llama vida: Ganamos amigos, perdemos oportunidades, ¿en qué he invertido mi tiempo?, ¿he gastado muchas energías en cosas intrascendentes?, ¿termino el año con salud?, ¿Valoro mi entorno? Es parte de las reflexiones que debemos de plantearnos.
Hagamos un balance personal, para ver cómo cerramos el año. Lo que sí debe quedar claro, es que no estamos quebrados: tenemos otro año para revertir el camino de nuestra “empresa” llamada vida.
Más allá de exponer números, resultados, cuentas o tarjetas bancarias, se trata de crear un espacio de reflexión y aprendizaje para remover las anclas y mover las palancas para el desarrollo personal y de encuentro con uno mismo el próximo 2024. Para que este significativo día nos sirva como reflexión y construcción de equipos, existen una serie de elementos que todo buen cierre de año debe descubrir.
Celebrar todos los logros y aprehender de los errores
Celebrar los resultados, poniendo el factor humano por delante, el trabajo en equipo. No se trata solo de logros de ventas de signos monetarios, elevar nuestro crecimiento humano y profesional, para vivir llano y sencillo.
Para vivir con humildad, los esfuerzos son “invisibles” o que se asumen como “normales”, aunque tienen un gran impacto en el día a día de nuestras vidas.
El líder -padre de familia – debe asegurarse de que su equipo -familia- conozca las cosas más importantes que lograron en términos de resultados y relaciones, en todas las áreas en la familia, empresa, en su entorno social.
Sólo siendo capaces de reconocer nuestras faltas, aprehendemos de nuestros errores, para reconocer y enmendar el camino de la puede ser una lección de vida para cada uno, el tiempo no perdona, es nuestro mejor capital, evolucionando y actuando por el bien común.
Al finalizar el 2023 e iniciar el 2024, que este ciclo o vuelta al mundo sea ideal para trazarnos metas, hacer un balance de nuestras acciones, sumar al listado de lo que hicimos bien, los errores cometidos y pendientes por enmendar, lo que nos faltó hacer, los aprendizajes que hemos logrado, un balance para poder avanzar en el siguiente año sobre la base de la solidaridad, del conocimiento.
La vida depende de cómo se elige vivirla: amar o juzgar, dar o exigir, actuar o vegetar hasta morir, respetar o reprochar, servir sin y sin pedir nada a cambio, aunque suene soñado, finalmente son elecciones personales.
Iniciar el 2024 que sea una nueva oportunidad de empezar a crear y dejar de pedir, quejar, temer y sufrir, para así cambiar una vieja y absurda manera de vivir, clamando a un ser exterior, que me dé lo que no doy, dicen que la queja es el alimento de la ingratitud. Agradecer es revelar una verdad contundente: “vivimos en un universo poderoso y generoso”, pedir sin temer, dar si enceguecer el corazón y la razón, es limitar la mente y cortar las alas del sueño generoso que nos acompaña silencioso en nuestro interior. Y cuando ello suceda la magia de la vida entra en acción.
Cerrará un ciclo, para abrazar la esperanza de un mundo humano, de una vida ligera y sencilla para este 2024. Abracemos la vida…