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domingo, mayo 11, 2025
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Falso culpable

“El pueblo es el culpable de elegir mal a sus autoridades”, comenta abiertamente el “especialista psicoanalista”. El pueblo es usted y soy yo, el pueblo está conformado por todos los pobladores de la circunscripción territorial. Es decir, ¿usted y yo somos los auténticos responsables de haber elegido a las últimas cinco autoridades presidenciales? ¿Usted y yo somos los responsables que la autoridad sea alcohólica? ¿Usted y yo somos responsables que la autoridad tenga vacíos mentales y consuma droga? ¿Usted y yo somos los únicos responsables que el presidente nacional pida coimas a las malas empresas y toda esa millonada entregue a su suegra? ¿Usted y yo somos responsables que el mandatario sea manejado por su mujer y usar el avión presidencial del país para hacer grandes negocios de coimas en otros países? ¿Usted y yo somos responsables que la primera autoridad se haya dedicado a gestionar negocios a favor de empresas en inminente detrimento de los recursos del país? ¿Usted y yo somos responsables que se discrimine a las personas tratándolas de segunda clase? ¿Usted y yo somos responsables de actos demenciales de disponer fuego abierto contra gente desarmada? En fin, la lista es grande. Nadie debe atreverse hablar la santidad de alguno de ellos a sabiendas que sus actos son condenatorios y atentatorios al país, peor si se trata de congresistas que actúan a espaldas de los intereses del país.

Si Dios tiene a bien inculcar el respeto a las autoridades, porque se supone son líderes que guían a su pueblo por el camino del bien, como hicieron en su oportunidad Moisés, David, Jesús; sin embargo, las cinco autoridades nacionales precedentes nunca han gobernado para su pueblo, al contrario, al parecer, aprovecharon el cargo para satisfacer sus apetitos materiales personales y familiares y a veces de grupo partidario.

¿Cuál es el común denominador de los cinco aludidos? Definitivamente lo material. Ellos han demostrado abiertamente su enfoque dinerario. Con sus actos han hecho entender que el dinero es todo. También nos han dicho en lenguaje claro que actúan en primera persona, es decir, que primero son ellos, luego su familia y el grupo que les acompaña. ¿Y el pueblo que los eligió? ¿Cuál pueblo? Alcanzando el poder, al parecer, el pueblo tendrá que padecer, como siempre sucede. Pues, ¿de dónde salieron éstos individuos? ¿Cuáles son sus antecedentes? ¿Por qué se permite la participación electoral de sujetos con especiales desnaturalizadas características? ¿Será culpa suya o mía que emerjan éstas personas en el espectro político y que luego mal administren los recursos del pueblo?

Bajo éste contexto, el pueblo es el FALSO CULPABLE de la presencia de éste tipo de presidentes. El verdadero culpable es el débil y desordenado marco jurídico que enmarca el desarrollo de ésta metamórfica democracia. Ya se hizo claros planteamientos de condiciones básicas para la participación electoral. Si bien la democracia se sustenta en la participación de los ciudadanos, sin embargo, ésta participación debe ser racional, equitativa, abierta, libre, según la organización estructural del sistema estatal. Los candidatos electorales a presidentes deben tener formación académica máxima, es decir ostentar grado de doctor; lo mismo, los congresistas. Los gobernadores regionales y alcaldes provinciales tener grado mínimo de magister. Las autoridades distritales ostentar al menos un título profesional. Déjese de una vez por todas, confabulaciones cargadas de mediocridad. Ya lo pasado, pasado está. No tenemos por qué estar soportando tanta nimiedad de las autoridades. Todos los pobladores tienen derecho a participar en política, está muy bien, pero, primero deben formarse académicamente. Un charlatán es y será un charlatán. ¿Qué culpa tenemos para soportar sus barrabasadas por largas décadas?

Lo indicado induce trabajar en dos frentes: Realizar re ingeniería de la administración pública, con plazas bien definidas, funciones y requisitos. Ésta regla permite automatizar la administración, bajar costos y mejorar la eficiencia. Todas las personas deben saber las funciones de cada funcionario y las decisiones deben ser expeditivas, eficaces y eficientes. La ley electoral debe ser clara y nadie debe atreverse postular un cargo si no cumple con la respectiva preparación académica. Fomentar la constitución de dos o tres partidos políticos, que agrupen personas de pensamientos y sentimientos afines. Los partidos políticos deben formar a sus integrantes en participación ciudadana, política nacional e internacional, administración pública, formación humana, consolidación familiar, democracia social cristiana, contabilidad básica, educación ambiental, La niñez y la juventud, manejo presupuestal público, respeto mutuo, plan de gobierno, plan de negocios, liquidaciones de obras públicas. En fin, además de su formación académica profesional, el candidato debe tener éstas obligatorias formaciones partidarias de manera incondicional. Ahora, nadie puede decir que hay carencia de propuestas y proferir alegremente sindicando al pueblo como falso culpable. Éstos cambios deben implementarse en la brevedad para que la corrupción enquistada en el Estado fluya por el desagüe del olvido y en adelante tengamos un Estado fresco, animoso, con vibras positivas.

 

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