En el portal de las celebraciones del 197 aniversario de la Independencia Nacional, es procedente recordar que, en días previos al acontecimiento; el día sábado 28 de Julio de ese año; 1821., Don José de San Martin tras su ingreso a Lima, un 12 de ese mismo mes y año, dió una serie de disposiciones con el propósito de que la Proclamación de la Independencia fuera una ceremonia solemne y muy pomposa, y que ella participara masivamente la población de la gran capital. En la opinión del Comandante de la Expedición Libertadora del Sur, era necesario variar la impresión de los limeños de aquel entonces, que se sentían visiblemente temerosos por la venganza de los indígenas y negros esclavos, que por espacio de tres siglos habían sido cruelmente sometidos y que en ese momentos rodeaban la capital a la espera de la salida y abandono del poder, del Virrey José de la Serna, uno de los más representativos verdugos, del conquistador español.
Sin embargo, nada de eso sucedería, en mérito a los acuerdos a los que llegaron, San Martin y Pedro Zarate, el “Marqués de Montemira”, quien había quedado a cargo de la ciudad tras el retiro del Virrey en los primeros días de ese mes de julio, como medida precautoria.
Tras la firma del “Acta de la Independencia”, el 15 de julio, por encargo del libertador en coordinación con el Cabildo, se dispuso que la ciudad fuera adornada, igualmente el embellecimiento de las grandes casonas, con telas de seda y adornos florales y la iluminación de las calles de ingreso al centro de la ciudad. También el cabildo ordenó la elaboración de castillos de fuegos artificiales y otros artificios pirotécnicos, que iluminaran las calles entre los días; 27 al 29 de ese mes.
Se levantaron entusiastamente 4 tabladillos amplios y bien decorados, en los que habrían de proclamar los patrióticos documentos con la Jura de la Independencia, inmediatamente después de haberlo pronunciado el Generalísimo Don José de San Martín y Matorras, en la Plaza Mayor. La plazuela de Sto. Domingo, la Plaza Italia, lo que hoy es el Parque Universitario, la plaza Francia y otras más fueron escenarios en los que se repitió la proclama de la Independencia. Alfombras en el piso, barandas forradas en telas blancas y rojas, además de cadenas de flores, que realzaron el ambiente festivo de la ciudad. Cientos de estandartes bajo el diseño de la 1ra bandera nacional creada el 21 de octubre de 1820, se instalaron a lo largo de las calles.
San Martin, nacido en Yepeyú, provincia de Misiones, había anunciado previamente; “Ciudadanos,… mi corazón que nada apetece mas que vuestra gloria,… ha determinado que el Sábado 28 de Julio, se proclame vuestra independencia”.
Así fué; ese día a las diez de la mañana, una comitiva, salió de la Municipalidad de Lima, con el Libertador a la cabeza y ocupó sus lugares en el tabladillo principal. Frente al tabladillo, en las gradas de la catedral un grupo de ciudadanos, espera con ansiedad el inicio de la ceremonia; destacan, un hombre de avanzada edad y junto a él, un niño de unos ocho años, de cabello rubio, ensortijado y ojos verdes. Con lágrimas en los ojos, el pequeño murmura en los oídos de su padre: “Padre mío, cuando yo sea mayor, defenderé a mi patria, y de ser necesario, daré mi vida por ella…! Cincuenta y ocho años más tarde el niño de esta historia cumplirá el juramento que le hizo a su padre; Francisco Bolognesi, el niño de cabello rubio y ojos verdes, convertido en defensor de Arica ofrendó su vida a la Patria, quemando su último cartucho.
¡Francisco Bolognesi; presente en la Mansión de los Héroes…!